domingo, 1 de abril de 2012

Capítulo 5: "Byöki" (Enfermedad)

Akari lo miraba enojada desde la barra. ¿Qué rayos hacía él allí, tan calmado, escribiendo en su cuaderno como si nada? Parecía que tenía una idea equivocada de todo el asunto de las terapias y eso de verdad le molestaba. 
Patinó hacia él y le puso el batido de fresa con rabia en la mesa.
-Creo que estás malinterpretando las cosas, Kimura.
-¿Qué dices? Este es un café público y sólo vine a tomar algo.
-Ah, claro, y luego caminarás por donde yo camino porque ¡cómo no!, la calle también es pública.
Yoh sólo se limitó a sonreír mientras bebía.
-Tsk…
Akari se marchó bajo la mirada del pelinegro, quien de pronto sintió que alguien lo veía fijamente.
Volteó disimuladamente para varios lados hasta toparse con el dueño de la mirada penetrante.
Ren no parpadeaba mientras sus ojos se encontraban con los de él. Yoh no sabía qué estaba pensando, pero sentía que tenía que ver con la desconfianza y las intenciones que podría tener al acompañar y esperar a Akari.
Intimidado volvió su vista a su cuaderno.
¿Qué sería ese chico en la vida de la pelinegra? ¿Habría influido él también en su decisión de matarse? Eso creía él, tanto por su forma de mirarla cuando pasaba a su lado, como por la reacción de ambos cuando se veían.
Él no entendía de amores, nunca había experimentado un sentimiento así hacia alguien ajeno a su familia. Sin embargo, por lo que había leído en libros, cosas como el no ser correspondido, la infidelidad, los celos y esas cosas afectaban mucho a las personas.
Era posible que aquel chico fuese en algún momento su novio, o salieron juntos por algún tiempo. Lo más probable era que la hubiese engañado por alguien más bonita y hubiese terminado con ella con la escusa cliché de “no eres tú, soy yo”.
En una página aleatoria que tituló “Razones de Akari para suicidarse” comenzó a escribir todo eso que pensaba con respecto a Ren y acerca de su trabajo.
Anotó solo sus suposiciones y encerró en un cuadro las que tenían que ver con el acoso de su grupo. Estaba más que convencido de que todo lo que le habían hecho jugaba un papel importante. El resto de sus teorías no estaban para nada comprobadas, así que las dejó ahí, con posibilidad de ser cambiadas.
Mientras escribía, miraba de vez en cuando a Ren y a Akari; evaluaba sus reacciones y anotaba. Tenía miedo de ser demasiado evidente así que a veces veía hacia otra parte y remarcaba lo que ya había escrito.
En una de las rápidas miradas hacia ellos dos vio que Akari sacaba unas pastillas de su bolsillo y Ren le ofrecía, apenado, un vaso con agua. Ella lo vio como enojada pero lo aceptó y se tomó la pastilla.
Se fijó más en el hecho de que Akari haya aceptado el vaso con agua, pero no le tomó importancia a las pastillas, le habrá dolido algo y Ren se dio cuenta, quién sabe.
Se sentía muy a gusto en el café. Podía escribir sin que nadie le molestase y la atención era buena descontando los malos tratos de Akari. También mantenía su mente ocupada en analizar su alrededor, más específicamente a su nueva propiedad. Esa chica había encendido un interruptor en su mente que no sabía que existía y eso le era muy interesante.
-Vamos, piojo.
Akari con un gesto rápido de su cabeza le indicó a Yoh que se levantara. Ya eran las diez de la noche y el último turno había terminado. Se levantó como comenzaba a ser costumbre y la siguió.
-Así que estás comenzando a aceptarme en tu cuero cabelludo.
-Sólo sé que los piojos son difíciles de sacar.
-Ah, hace rato no pensabas lo mismo, casi me tiras el batido encima. Pero puede que tengas razón. ¿Qué medicamento usarás contra mí, entonces?
-No tengo tiempo para eso.
-Uy sí, lo siento, chica ocupada.
-Estás perdonado.
-¡Ooh! ¡Gracias por su misericordia, su majestad!
-Payaso.
Yoh sonrió. Le estaba comenzando a divertir su sequedad.
-¿Cómo es que no te da miedo caminar por aquí tú sola todas las noches?
-No me pasará nada, no soy rubia y mis pechos me dejan ver mis pies.
-Ah, pero no eres fea, y a los pervertidos les gustan las malhumoradas.
-Qué halago, has dicho que no soy fea. ¡Kimura ha dicho que soy violable, kyaaa!
Akari imitó a las chicas de su instituto de una forma que a Yoh se le antojó demasiado chistosa.
-No es para tanto, Yoh.
-Es que…- se agarró el estómago mientras caminaba. -…qué chistoso.
-Son bastante insoportables tus fans, pero supongo que a ti te agrada eso.
-Ah no.- su semblante repentinamente cambió a uno muy serio. –Lo odio.
-Pero les das cuerda.
-Yo no les doy cuerda, ni esperanzas, ni nada.
-A ellas les atrae eso, so tonto.
-Perdón, no soy tan listo. Es que es demasiado complicado, si las aparto se pegan más, si las trato bien se pegan más, si no hago nada se pegan más.
-Son como tú de pegajosas.
-Qué chistosita tú.
-Qué sarcástico tú.
Siguieron caminando pero no se sentían tan incómodos. A Yoh le estaba comenzando a gustar hablar con Akari y a ella parecía darle igual. Era interesante hablar con alguien como él, así sea sólo para llevarle la contraria.
Al llegar se despidió de él sin emoción y él le contestó con una inusual sonrisa, se dio la vuelta y caminó hacia su casa.
El camino en soledad a aquellas horas también era algo nuevo que disfrutaba. No escribía como en el café pero si pensaba mucho, meditaba y se daba cuenta de cosas a las que nunca quiso prestar atención.



La mucama abrió la cortina y los rayos de luz atacaron directamente a sus párpados. Odiaba despertarse por las mañanas, nunca tenía ánimos de nada, pero en una ciudad tan fría como Sapporo el sol era siempre bien recibido.
Yumi Igarashi se levantó para ducharse y luego peinar de manera prolongada su cabello. Vio desde su gran espejo que se le comenzaban a notar las raíces de un cabello oscuro y no deseado. Tendría que tintárselo nuevamente, si es que estar a la moda era muy difícil.
Subió al auto de la familia luego de un desayuno exageradamente bajo en grasas con su familia, y sin mirar al chofer comenzó a maquillarse.
-¿Trajiste lo que te pedí?
-Sí, señorita, pero… ¿está segura de que es para un experimento de biología? Me parece que…
-Estoy segura.
Yumi miró fijamente y con los ojos entrecerrados hacia el retrovisor, donde pudo notar como el chofer suspiraba resignado. Al llegar al instituto, tomó la caja que se encontraba en el puesto de copiloto y sonrió con malicia bajo la mirada acostumbrada de su acompañante.
Nunca se había cuestionado si sus acciones estaban bien o mal, ella sólo hacía lo que sentía que debía hacer.
Hasta ahora nadie se había atrevido a pasar por encima de ella y se encargaba de hacerles la vida miserable a aquellos que lo intentaban. Por eso sin ningún remordimiento mandó a comprar aquellas ratas.
Desde muy pequeña se le había acostumbrado a hacer lo que sus padres querían. Tenía muchas hermanas las cuales debía superar, y siendo la menor las expectativas eran muy bajas. Por eso ella hacía todo lo posible para estar más arriba, para que sus padres se enorgullecieran y la reconocieran como lo que era, una Igarashi.
La única cosa que se había permitido querer por ella misma era él. Yoh era lo único que ella podía desear sin importar si sus padres estaban de acuerdo o no. Eso era motivo suficiente para hacer lo que sea con tal de mantenerlo a su lado, pues desde que lo conoció supo que él y ella harían una excelente pareja.
Pero apareció la loca y se convirtió en el blanco de la mirada azul que tanto deseaba. Ya su Yoh no miraba al vacío sin interés, ahora miraba a la tonta sabelotodo suicida con aquella curiosidad con la que nunca la vio a ella.
No sería difícil, ya se había encargado anteriormente de hacerle pagar a Akari por ser tan inteligente. Los profesores la comparaban con el resto y la hacían parecer superior. ¡La única superior en ese instituto era ella! Ella y por supuesto, Yoh.
El pelinegro por su parte había estado meditando en lo inusual que le parecía que las constantes bromas de sus compañeros de grupo hacia Akari habían cesado. Sin embargo, basta que tan solo lo pensase para que ocurriera, pues en efecto, a la hora del desayuno, cuando Akari irresponsablemente dejó su maletín en el aula de clases y se retiró quizás al baño, vio como Yumi metía unas ratas en su bolso.
Lo dejó pasar. Era irónico como Yumi con lo delicada que era, no mostraba asco al hacer cosas como esa. Esperó a que se marcharan riendo y se acercó al pupitre de Akari.
Abrió el bolso y esperó a que todos los roedores se marcharan. Estaba a punto de volverlo a cerrar pero algo le dijo que debía revisar bien por si todas se habían ido.
Efectivamente lo habían hecho, pero le llamó la atención la gran cantidad de cajas de pastilla que había adentro. Las sacó para asegurarse de que no se suicidaría de nuevo y leyó las etiquetas.
-Aspirina… Carvedilol… Propranolol… Nifedipina… ¿Qué es todo esto?
Escuchó como se acercaban sus compañeros de clase así que lo guardó todo torpemente y trató de marcharse antes de que alguien llegara.
-¿Qué hacías en mi puesto?
La voz de Akari le revolvió todo por dentro. Seguro que había pensado mal y como era ella, sería difícil hacerle pensar lo contrario.
-E-estaba sacando las ratas que habían en tu bolso. Te lo juro…
-Ah, esas ratas… -frunció e ceño y miró hacia su bolso.-Vale, pero permiso que me duele la cabeza.
-¿Me crees?
-Da igual.
Yoh suspiró preocupado.
-¿Por qué te duele tanto la cabeza?
-Son efectos de… –miró hacia el suelo. -de la pubertad.
Yoh la vio sin ocultar su expresión de incredulidad. Akari desvió la mirada y apoyó su cabeza en sus brazos ya sentada en su puesto.
El chico se tuvo que sentar pues el profesor de física había llegado, y estuvo pensando en las pastillas y el dolor de cabeza de Akari hasta que tuvieron que dirigirse al gimnasio para ver educación física.
La pelinegra se cambió y cerró su maletín con un pequeño candado. No volvería a cometer el mismo error de confiarse. Pensó que las burlas habían cesado, que les había dado lástima o quién sabe. Pero al parecer todo seguía siendo igual.
Se sentaron en círculo mientras el profesor pasaba la asistencia y sin mucha espera los hizo trotar.
-Luego haremos un calentamiento y hablaremos de la evaluación de la próxima semana. Vamos, comiencen a caminar.
Obedecieron y caminaron alrededor del gimnasio por unos minutos hasta que el profesor sonó el silbato y la mayoría comenzó a trotar.
Yumi seguía caminando y acariciándose el cabello. No iba a sudar luego de haberse arreglado tanto, haría ejercicio en su casa y ya está.
Akari le pasó muy de cerca y sus miradas se cruzaron con recelo. Ella no tenía ningún problema con trotar; todo lo contrario. Le encantaba correr, la sensación de cansancio y las palpitaciones le hacían sentirse sana. Sin embargo, en esos momentos, le dolía sentirse tan viva.
Faltaba poco para que terminasen los diez minutos correspondientes, y Akari parecía no estar cansada. Corría sin detenerse ni chistar, alternando perfectamente su respiración para que no le entrara ningún aire.
Yoh la vio y envidió su tranquilidad. Él odiaba cansarse, le gustaba caminar pero no correr.
De repente Akari cayó violentamente al piso con un quejido que sorprendió a Yoh, al profesor y a unos cuantos estudiantes.
-Aagh.
Akari ahogó un grito mientras agarraba su pecho e intentaba respirar. Sin embargo se extendía un insoportable dolor por todos sus hombros, cuello y brazos. Cerró los ojos y comenzó a temblar.
Yoh estaba justo al otro lado de la cancha y se desvió corriendo hacia Akari. En su camino se tropezó con una de sus compañeras, pero no tuvo ni mente ni tiempo de pedirle perdón y se agachó junto a la pelinegra cuando llegó a su lado.
-¿Estás bien?
-No se acerquen mucho, necesita respirar.
Los que estaban rodeándola le hicieron caso al profesor. Sin embargo, algunos seguían trotando o caminando, como era el caso de Yumi, sin voltear siquiera a ver a su compañera.
Yoh no sabía qué hacer, veía como lágrimas salían de los ojos de Akari pero no podía hacer nada. Miró a su alrededor y vio como el profesor, que parecía acostumbrado, le soplaba aire con una carpeta.
La chica con la que Yoh había tropezado llegó torpemente con el bolso de Akari, quien le pasó la llave y la miró agradecida. Recibió la pastilla que Kahoko, la chica tímida que a veces se agrupa con Akari para hacer algún trabajo, le pasó de su bolso.
La colocó debajo de su lengua con desesperación a intentó apaciguar el dolor respirando profundamente.
Kahoko Hirano, de cabello corto castaño claro y ojos negros tímidos, respiraba también agitadamente. Se ponía nerviosa cada vez que eso le pasaba a Akari, a pesar de que ocurría ocasionalmente.
-Será mejor que vayas a descansar, sabes que no puedes soportarlo.
Akari asintió ante la orden del profesor pasado unos minutos, pero no pudo levantarse.
-Tú, acompáñala.
Yoh miró hacia atrás. Sí, lo había apuntado a él. Ayudó a Akari a levantarse, quien estaba muy débil como para negar la ayuda. Caminaron hacia la enfermería mientras Kahoko llevaba las pertenencias de Akari.
Hisao se levantó bruscamente de su silla cuando los vio entrar a la enfermería.
-Tranquilo, sólo necesito descansar.
El doctor frunció el ceño con preocupación. Ayudó a Yoh a llevarla hasta una camilla donde la acostaron. La chica tímida dejó las cosas de Akari junto a ella y luego de una reverencia se dirigió hacia la puerta.
-Gracias, Kahoko-chan.
La mencionada se sorprendió y volteó avergonzada hacia la pelinegra.
-N-no es nada, Akari-san.
Luego de un intercambio de sonrisas de ambas, Akari cerró los ojos.
-Mocoso, ¿puedes decirme cuánto duró el ataque?
-¿Qué? ¿Qué ataque? Eso fue…
-Cuatro minutos aproximadamente, sensei.- respondió Akari.
-Gracias. Por favor duerme todo lo que quieras, no quiero accidentes en la calle.
La chica asintió.
Yoh se sentó mientras veía cómo Hisao anotaba cosas en una libreta. Estaba muy confundido; las pastillas, el ataque y el que varias personas supieran qué ocurría.
-¿Qué le pasa? ¿Por qué sucedió eso?
Hisao levantó la mirada y torció la boca.
-Akari está enferma. Deberías irte, se quedará a dormir por bastante tiempo.
-¿Enferma? ¿Qué tiene?
-Ve a clases, por favor.
-Pero necesito saber qué es lo que…
-¿Necesitas saberlo? ¿Por qué necesitas saberlo? ¿Es acaso ella algo tuyo? ¿Te ha dado su confianza o afecto? No tienes porqué saberlo, no tienes porqué meterte con ella. No tienes porqué hacerle daño así que por favor… Déjalo.
Yoh se marchó perplejo. ¿Qué tenían todos contra él? ¿Parecía tener malas intenciones con Akari? Porque todos le advertían de no hacerle daño. ¡Como si quisiese hacerlo!
Le dio un golpe a la pared más cercana que tenía. Todo eso le pasaba por tomarse en serio la tarea de la psicóloga sobre la lista de razones por las cuales Akari intentó suicidarse. Se estaba metiendo demasiado con ella y claro, él nunca había mostrado interés. Si hasta todo tenía lógica. Viene él, parte del grupo que le arruina la vida, a seguirla y preguntar por su vida y claro, las personas piensan mal.
Lo comprendió todo, pero aún así sentía cada vez más curiosidad.
Entre clases, se acercó a Kahoko sin disimularlo. Akari no estaba para sospechar de nada y le daban igual el resto de sus compañeros.
-Hola, Hirano, ¿qué tal?
-H-hola, Kimura-san, ¿qué ocurre?
-Nada, yo solo quería preguntarte si… si Akari está enferma. ¿Es eso posible?
-K-kimura-san, creo que no soy la responsable de decirte eso.
-Pero sí lo está, ¿no?
Kahoko, como cosa muy extraña, frunció el ceño.
-Con todo respeto te pido que no la molestas, ¿v-vale?
Yoh suspiró, ¿tenía cara de acosador? Se estaba cansando de verdad de que malinterpretaran sus acciones. Tan solo quería saber algo, nada más.
De pronto, como esos pensamientos que no tienen nada que ver con lo que estás haciendo, recordó haber visto a Ren darle agua a Akari para que se tomara una pastilla. Quizás el sabía… No, quizás no, estaba seguro.
-Lo siento, Kahoko-chan, no lo volveré a hacer.
Le sonrió y se sentó en su banco.
Al salir de clases pasó por la enfermería, pero Akari ya se había ido. Se fue a su casa a darse un baño caliente para salir hacia el café Aozora.
El sonido de una campana anunció su entrada y mientras buscaba un asiento los empleados miraron a Akari, esperando que lo atendiera ella.
Sin embargo, ella solo le miró de reojo y se dirigió a otras mesas. No tenía ganas de atenderle y seguramente le preguntaría acerca de lo que ocurrió en las clases de educación física.
Ren se acercó a él para tomar su orden y a Yoh le pareció que el universo estaba a su favor.
-¿Qué deseas hoy?
-Un chocolate caliente y una respuesta.
-Ren subió la mirada e intentó penetrar en la mente de Yoh.
-¿El chocolate con o sin azúcar?
-Con azúcar.
El rubio anotó el pedido en su libreta sin dejar de mirarlo.
-¿Qué tiene Akari?- preguntó sin rodeos.
-Dos ojos y una nariz. En seguida viene tu otro pedido.
Yoh suspiró mientras veía a Ren marcharse hacia la barra. Lo intentaría de nuevo.
Cuando el chico puso su chocolate en la mesa, Yoh lo miró decidido.
-¿Algo más?
-Otra respuesta.
-¿Qué quieres?- Ren frunció el ceño y lo miró irritado.
-¿Cuál es esa enfermedad que tiene Akari?
Ren violentamente golpeó con su mano la mesa donde se había sentado Yoh, haciendo que la taza temblara y causara un molesto ruido que llamó la atención de todas las miradas, incluyendo la de Akari.
-Te advertí que no la molestaras. Hablo en serio, deja de venir, deja de seguirla luego del trabajo, no le hagas daño.
Ren le suplicó con la mirada sin perder su gesto de molestia.
-¿Tengo cara de querer herirla? Porque no quiero hacerlo, solo quiero saber qué es lo que ha estado pasando frente a mis narices y yo he ignorado. ¿Cuál es mi pecado?
-No confío en tus intenciones. No me interesa lo que quieras arreglar en tu vida, déjala a ella en paz.
-Tú lo que no quieres es que yo le haga más daño del que tú le hiciste, ¿o me equivoco?
-¿¡Qué sabes tú!?
-Nada en realidad, solo sé que ella te odia, más de lo que me puede odiar a mí, pues no me conoce. Si tanto te preocupa que yo quiera arreglar mis errores, comienza por arreglar los tuyos.
-¿Qué te da derecho a…?
-Por favor terminen la escenita que están montando. Todos están mirando hacia acá y es incómodo.
La repentina aparición de Akari en su pequeña discusión los sorprendió a ambos. Dejaron de hablar y miraron hacia el suelo.
-Yo responderé tu pregunta si tanto te preocupa. Si tienes planeado seguirme hoy también, hablamos en ese momento así que por favor, termina esto.
-Vale, lo siento.
Akari se marchó sin siquiera mirar a Ren, quien olvidó momentáneamente a Yoh para ver cómo la pelinegra se marchaba. Cerró los ojos y suspiró. Cada cosa que hacía lo alejaba más de ella. Veía cada vez más distante la posibilidad de que acudiera a la cita pautada para el sábado.
Tan rápido como llegó la curiosidad de los clientes y del resto de los empleados, olvidaron así todo lo sucedido y siguieron con sus actividades. Yoh y Ren se miraban de vez en cuando con furia, pero las ganas de Yoh de decirle algo al rubio se minimizaban al toparse con la mirada de regaño de Akari.
Yoh pasó el resto de las horas bastante impaciente. Esa condenada chica había despertado toda su curiosidad que había estado dormida por mucho tiempo, así de golpe, repentinamente. Tenía mucho tiempo sin sentir esa inquietud desesperante que te recorre todo el cuerpo. Todo eso nada más por saber de esa supuesta enfermedad.
Akari por su parte estaba muy inquieta. Había dicho aquello para finiquitar la discusión entre los dos chicos, pero no le apetecía para nada contarle. Sentía que eso crearía un vínculo innecesario entre ellos. Ese lazo que la psicóloga se empeñaba en crear.
Sin embargo lo dicho estaba dicho y no creía que Kimura olvidase su implícita promesa.
El resto de las cosas que hicieron hasta que Akari terminó de trabajar ocurrieron por inercia. Servir mesas, tomar órdenes, mirar a las personas, todo automático.
Hasta que el momento llegó y Yoh y Akari se encontraron ya caminando en dirección a la casa de la chica.
Él la miraba de reojo mientras se mordía la uña de su dedo corazón derecho y ella torcía la boca pensando en cómo decirlo.
-¿Por qué te interesa?
-¿Me vas a decir o no?
-Sí, pero respóndeme primero.
-No lo sé, es que… Al principio fue por la tarea de Azumi-sensei, pero ahora es distinto, es más que eso... Es como una curiosidad que me supera.
-¿Pero qué ganas?
-Nada, Akari, nada.
Ella suspiró.
-Angina de Pecho…
Esperó que eso fuera suficiente, pero la cara de desconcierto de Yoh le demostró lo contrario.
-Me duele el pecho de vez en cuando y sufro de un ataque así como el que viste hoy. Eso pasa porque no circula suficiente sangre a mi corazón. Es muy difícil explicarlo sin utilizar palabras técnicas, así que escucha bien porque te lo pondré lo más claro que pueda. Mis arterias coronarias se obstruyen, se forman placas en ellas, se endurecen y mis arterias se contraen. Por lo tanto mi corazón no recibe lo necesario en el tiempo necesario y comienza a doler. Me puede dar cuando hago ejercicio, cuando tengo emociones fuertes, cuando hace frío o simplemente cuando no hago nada. Es el tipo de angina inestable donde no se sabe cuándo pueda sufrir un ataque. Puede causarme un paro cardíaco si no me cuido, así que tengo que tomar muchos medicamentos, muy costosos y de todo tipo. Sin embargo esas medicinas tienen efectos secundarios como náuseas o dolor de cabeza, por eso siempre me ves así. Unas pastillas en específico puede hacer que me desmaye y, aunque no es un síntoma común, en mi caso me provoca un sueño casi incontrolable.
-Vaya…
Yoh no sabía que decir. Tal y como había pensado, tenía otro motivo más qué agregar a su lista. Las preguntas al respecto se apilaron torpemente en su cabeza y no pudo ordenarlas.
-¿Trabajas para comprar las medicinas?
-Trabajo para comprar las medicinas, y la comida, y lo que me pidan en el instituto.
-¿Y tus padres?
-Ya contesté tu pregunta, no creo haber acordado contestar otras.
-Vale, vale.
-Bueno, ¿ya estás satisfecho?
-Satisfecho como feliz, no. Ahora me siento incómodo, es como…
-¿Es como lástima?
-Es como preocupación.
-Es mejor a veces vivir ignorando.
-Viví dieciocho años ignorando, Akari, ya no quiero ignorar más.
-Tienes que estar dispuesto a aceptar las consecuencias. Buenas noches.
Entre tanto hablar habían llegado y Yoh se quedó ahí parado luego de que Akari cerró la puerta. ¿Qué había significado eso? ¿Qué ella le dejaría saber? ¿O solo era su imaginación?
En realidad esperaba que no lo fuese, porque sinceramente y por primera vez en mucho tiempo, quería saber cada vez más.

_______________________________

Gracias por leer.

Diferencia de palabras entre este y el original: 2400. Bastante, ¿eh? comparado con mis cortos y vacíos capítulos anteriores. 

Se ha hablado mucho se cómo se siente Yoh y lo que piensa, pronto le tocará a Akari y el capítulo 6 será el último donde la secuencia del original se sigue. Habrán cosas nuevas, escenas nuevas y capítulos nuevos. 

Parece que Akari está rompiendo un poco su caparazón, pero solo lo parece. Después de todo lo que le ha pasado no puede doblegarse así de fácil y no se preocupen, no lo hará.

Gracias a todos por apoyarme en la situación en la que me encuentro. El próximo capítulo muy pronto, gracias por la paciencia. 

jueves, 8 de marzo de 2012

Capítulo 4: "Ryouhou" (Terapia)


Yoh y Akari no sentían que debían tratarse, hablar en el desayuno o entre horas. Desde luego, ninguno estaba de acuerdo con la sentencia que se les había impuesto, así que no tenían porqué fingir que se caían bien. De hecho, Akari se esforzaba mucho en hacerle notar a Yoh que era todo lo contrario, que aún le guardaba y guardaría resentimiento por haberla detenido, por muy arrepentido que esté y aunque no lo haya hecho a propósito.

Él en cambio no le daba mucha importancia. Si por lo menos de su cabeza salieran aquellas ideas tan abstractas sobre ella, la ignoraría igualmente. Pero no podía, las emociones que desbordaban de los ojos verdes de Akari eran tan nuevas para él, que quería escribir más y más sobre ellos. A esa curiosidad se le unían las ganas de compensar todo aquello que no había hecho, pero que ella le culpaba. Por eso no la ignoraba, por eso a la mañana siguiente la saludó sólo para ver qué hacía ella.

-Buenos días.

-Buen día.

Le contestó y eso era algo que no esperaba. Que sí, que era un saludo muy seco y ni siquiera le miró a los ojos, pero sentía que se habían acercado un paso más.

No es que quisiera seguir acercándose, pero es que inconscientemente el seguía intentado dar pasos más y más largos. No podía dejar de mirarla, sentía demasiada curiosidad. Le había hecho darse cuenta de su egoísmo, de su egoísmo antes de conocerla y aún así después. Sin embargo, mientras más pasos él daba, más se alejaba ella…

…Tampoco le importaba mucho. Tampoco es que iba a buscarla solo para ver el resentimiento en su mirada. No iba a relacionarse con ella a propósito, ni él ni ella lo querían así.

Lamentablemente lo debían hacer, porque las tutorías entre clases sí que eran obligatorias. Les había tocado a todos los martes y jueves de nueve y media hasta las diez y media, pues tenían horas libres en esos momentos. Para ello debían dirigirse a la biblioteca, donde les tomaban la asistencia y evaluaban superficialmente el trabajo.

Sentados frente al otro, Akari abrió un gran libro mientras Yoh sacaba su cuaderno de física.

-Comencemos con la parte de la dinámica. Es sencillo si le prestas atención.

Yoh asintió.

-De hecho, va a ser más sencillo de lo que crees si de verdad intentas entender. Tu problema no es otro sino la falta de interés. Procura prestar atención, ¿vale?

-Vale.

-“La dinámica es la parte de la mecánica que se encarga de estudiar el movimiento de los cuerpos, considerando las fuerzas que actúan sobre él”- leyó del libro. –Eso está claro. Si tienes alguna duda pregúntame.

Ella continuó explicándole muy cuidadosa y detalladamente. Yoh tenía sus dudas pero Akari sabía cómo aclararlas. Le explicó unos ejercicios básicos que él supo hacer.

-Lo importante de este tipo de ejercicios es la práctica. Esa es la única forma de estudiar, así que te iré asignando más ejercicios. No te confíes, este es solo uno de los temas y aún no ha acabado, pero tenemos solo una hora y no puedo hacer milagros.

Mientras Yoh terminaba de resolver su tarea, Akari copiaba en una hoja en blanco ejercicios que sacaba de varios libros. Se tardó bastante y le entregó al chico el papel lleno de ellos.

-¡Son muchos!

-Son los necesarios.

Yoh suspiró fastidiado, al menos estaba entendiendo.

Admiró la forma en la que Akari separaba sus problemas de sus obligaciones. Nunca lo trató mal mientras lo enseñaba, ni hizo algún comentario que no fuese sobre la física. Y tal como se lo imaginó, al terminar, se levantó sin decir nada con las intenciones de irse.

Sin embargo, la psicóloga Azumi la detuvo.

-¡Espera! No te vayas todavía.

Se acercó a los dos chicos que la vieron fastidiados.

-Sí, a mí también me alegra verlos. Bueno chicos, les comunico que hoy tienen que ir a mi despacho a la hora del almuerzo…

-¿Me van a poner a cargo de otra loca suicida?- preguntó con sarcasmo.

-No, Yoh, pero vamos a conversar un poco sobre la que ya se te ha sido asignada.- le guiñó un ojo y señaló a Akari.

-¿Es obligatorio?

-Sí, Akari-chan, lo es. A partir de ahora tendremos terapias semanales a la hora del almuerzo. Serán todos los jueves, pero si considero que son necesarias horas extra no se pueden resistir.

-¿Terapias? ¡Pero si la loca es ella!

-Sí, pero ahora soy de tu propiedad, o algo así.

-Exacto.

-¡Qué molestia!

-No podemos hacer nada, ¿verdad?

Azumi negó con la cabeza sonriendo.

Akari suspiró, miró a Yoh con rabia y se dio la vuelta. Mientras se alejaba, la psicóloga le gritó:

-¿Vas a venir?

Ella levantó los hombros y siguió caminando. No tenía de otra.

-¿Por qué nos haces hacer esto?- Yoh le preguntó con sinceridad.

-Porque ella te necesita, Yoh, y tú la necesitas a ella. Nos vemos más tarde.

¿Necesitar? ¿Qué sentido tenía eso? Estaba consciente de que ambos necesitaban muchas cosas, ¿pero qué tenían que ver ellos? ¿Qué podía ofrecerle él a ella, o viceversa?

Desde donde estaba sentado reposó su cabeza en su mano derecha, mordiéndose al mismo tiempo la uña de su dedo corazón.

No quería hacer ninguna terapia, no lo sentía necesario. Lamentablemente no se podía negar, no había forma de evadir el gran problema que sabía que vendría. Se terminaría relacionando con ella, lo sabía y eso era malo. No estaba en él hablarle amistosamente a alguien, todo en su vida siempre fueron sonrisas hipócritas y eso era lo que más detestaba.

Inhaló mucho aire y lo soltó por la boca para llenarse de paciencia. Se levantó resignado y se fue a clases.

El resto de las clases pasaron muy rápidamente para ambos, pues antes de que se dieran cuenta, se encontraban frente al despacho de Azumi.

La habitación del consultorio era algo amplia, con un escritorio que parecía ser de la psicóloga y varios puffs esparcidos frente a él, que bordeaban una mesita algo baja. Es esta mesa se encontraban tres bandejas de comida.

-Siéntense, por favor.

Ambos obedecieron y se sentaron frente a las bandejas.

-¿La cantidad de jugo es suficiente para ti, Akari-chan, o aún no dominas el “arte de alternar la bebida y el alimento”.

Akari fingió reírse y luego roló los ojos. Yoh sin poder evitarlo rió fuerte.

-Está bien así.

-Me alegro.- Azumi también sonrió y se sentó junto a ellos en un puff.

-Bueno, comencemos. ¿Cómo les fue desde aquel día?- preguntó preparada para anotar en su libreta. –Oh, pueden comer.

-Normal.

-¿Qué es para ti "normal", Akari-san?

-Pues dentro de los parámetros de lo neutral, no nos fue de maravilla, ni pésimo.

-Ya veo… ¿por qué no les fue de maravilla?- preguntó anotando todo.

Akari abrió la boca para contestar pero Yoh se le adelantó.

-Porque usted me mandó a acompañarla a casa aún sabiendo que la loca esta trabaja. Porque lo sabía, ¿no? Tuve que esperarla hasta las diez y algo. Además no paró de culparme por cosas que no hice aunque las presencié y nunca las detuve. Por no mencionar que se peleó con su novio en el trabajo y que no he podido dormir nada estas noches por su culpa.

-Por mi parte, señorita Azumi, he tenido que verle la cara muy seguido a la persona que en estos momentos, menos quiero ver. Obviamente esto usted lo sabe, porque nos emparejó para la tutoría y no lo niegue. No sé qué le pasa a Kimura pero, a pesar de que usted no se lo asignó de nuevo, fue a buscarme ayer al trabajo y en serio, no puedo sacármelo de encima. Todos me tienen lástima y es por culpa de él.

-Considero yo, señorita Azumi, que lástima la tendrían muerta o viva, porque lo que critican es la acción, lo que hizo, el haberse intentado suicidar…

-Es muy distinto, señorita Azumi, que me sientan lástima y yo lo presencie, a que lo hagan conmigo en la tumba. Esta persona aquí a mi lado tiene planes perversos, lo sé. No deja de… molestarme.

-Señorita Azumi, creo que Matsumoto debería dejar de culparme por cosas que no he hecho.

-Yo no tengo la culpa de que Kimura siempre esté con las personas que SÍ me hacen daño.

-¡Pero no me debería juzgar, señorita Azumi!

-Con todo respeto, Azumi-san, yo puedo pensar lo que me dé la gana.

-No, no puede.

-Claro que puedo.

-Entonces las personas pueden pensar de ella lo que quieran, si es así como ella piensa. Pueden sentir lástima porque pueden pensar lo que les dé la gana.

-La situación es distinta, señorita, a Kimura no le interesa lo que yo piense de él.

-Me hace sentir mal, Azumi-san.

-¡Ah, cierto! El muy descarado quiere compensarme, ¿lo sabía? Me compró un uniforma para reemplazar el que él y sus amiguitos me dañaron. ¿Es posible eso? Hace esas cosas nada más para sentirse mejor consigo mismo y no es justo. Si quiere hacer eso que lo haga con otra de las tantas personas que han acosado, pero conmigo no. No soporto la lástima, Azumi-sensei, no la soporto.

-¡Yo no le tengo lástima! En realidad no me importa su vida, sólo… No lo puedo evitar, señorita Azumi, no puedo evitar…

-¿Joderme la existencia?

-Joderle la existencia, sí, no puedo hacer nada al respecto.

-Podría meterse en sus asuntos.

-No tengo muchos asuntos en los que preocuparme.

-Entonces se mete en los míos.

-¡Me rindo, señorita Azumi!

La psicóloga los miraba con los ojos abiertos. Se había quedado con el tenedor en la boca y no pudo comer más. A pesar de que nombraron su nombre enésimas veces, y parecía que la regañaban, ellos habían encontrado una forma muy extraña de discutir sin dirigirse la palabra. Se había limitado a mirarlos pacientemente y escuchando bien cada una de las cosas que decían.

Se comenzó a reír cuando ambos hicieron silencio. Aquello había sido muy interesante, aunque casi se sentía mareada. Yoh también sonrió y miró hacia abajo. Akari se tapó la boca e intentó no hacerlo también. Sentía esas ganas de reír cuando en realidad no quisiera hacerlo y necesitas hacer un esfuerzo muy grande para mantener la compostura. Ni siquiera sabía porqué quería hacerlo, pero la comisura de sus labios quería extenderse hacia arriba. Cerró los ojos y apretó sus labios respirando profundo para no reír, pero no lo pudo evitar.

Azumi dejó de reírse y los vio a ambos, intentando contenerse en vano. Suspiró con esperanza.

-¿Esta es la clase de terapia que querías?- le preguntó Akari cuando pudo controlarse.

-Ustedes lo han hecho todo solitos. ¿Se sienten mejor?

-Yo sí, en realidad.

-Me alegro, Yoh-san. ¿Akari?

Akari torció la boca. Se sentía algo vulnerable y no le gustaba. Aún no confiaba en Yoh, por supuesto, pero es que la cara de Azumi viéndolos como si jugaran tenis y luego el silencio incómodo que reinó al terminar de discutir había sido muy… extraño e inusual.

La psicóloga sonrió de nuevo.

-He de suponer que no aceptaste el uniforme, ¿no es así?

-No, y no lo haré…

-Yoh-san, puedes dejar aquí el uniforme cuando puedas y yo le haré una revisión. ¿Te quedas así más tranquila, Akari-san?

-La verdad… no.

-Bueno, de todas formas eso haremos y cuando quieras lo puedes buscar.

-Será…

-Ahora, nuestra terapia de hoy, planeada y llevada a cabo por ustedes mismos dio buenos resultados. Una risa puede significar mucho. Necesito que, para la próxima semana me traigan unas tareítas.

-¿Tarea?

-Sí, tarea. Yoh, debes realizar una lista de motivos que consideres que sean la razón por la cual Akari intentó suicidarse. No importa si no son así, tú escribe lo que pienses.

-Vale.

-Akari, tendrás que dibujar.

-¿Dibujar? ¿Dibujar qué?

-Dibujar cosas. Esta es realmente una tarea permanente; todas las semanas me traerás un dibujo depende del tema que te dé. El primero será la felicidad.

-Claro, claro…

-Tú sabrás qué dibujar, pero es obligatorio. Sé que dibujas muy bien, así que tengo altas expectativas.

-Pues no las tenga mucho, porque puede decepcionarse.

-Lo sé, pero soy yo la que decide desde dónde quiero caer, y sinceramente confío en que por muy alto que me eleve, no dejarás que yo caiga.

La guiñó el ojo y terminó de comer. Los chicos también lo hicieron en silencio, cada uno pensando en su tarea.

Salieron del consultorio en cuanto terminaron y, sin ninguna otra opción, caminaron juntos hacia su aula de clases.

-¡Ahg!

Akari se detuvo sosteniéndose la cabeza.

-¿Qué ocurre?

-Me duele la cabeza...

-Tómate una pastilla- le sugirió.

-¡Qué inteligente!- exclamó con sarcasmo mientras buscaba en su bolso la botella de agua. –Aff, está vacía.

Cerró su bolso y comenzó a caminar hacia el cafetín.

-¡Espera! Creo que yo tengo… Es nueva, está sellada, mira.- se dio la vuelta para aceptar el agua, se sentía demasiado mal como para discutirle.

Tomo la botella que Yoh le había extendido y, junto con la pastilla, bebió un poco.

-Me tomaré otra, creo que acabaré tu agua.

-No importa, no la voy a necesitar.

Así lo hizo y cerró los ojos. Intentó sacar el dolor con un suspiro, pero fue en vano.

-Será mejor que te sientes, que las pastillas no son tan inme…

Una chica de cabello claro artificial se enganchó a su brazo y lo interrumpió.

-¡Mi Yoh! ¿Qué haces con la basura?- dijo señalando a Akari, esta miró al cielo y se fue.

La chica era una de las del grupo con quienes Yoh pasaba su tiempo. Para ser más exactos, era la “abeja reina” del resto del panal. Junto con Yoh, era la de familia con más renombre y prestigio, así que todos hacían lo que ella hacía, porque además, era dominante y le gustaba ser el centro de atracción. En conclusión era la típica niña rica que siempre obtiene lo que quiere.

Además de todo, también tiene una alta confianza en sí misma y en su aspecto, o eso parecía. Siempre se mostraba muy narcisista frente a los demás y en realidad tenía con qué. Sus ojos eran de un extraño gris que no muchos tienen, y sus facciones eran finas y delicadas. Se comportaba con educación frente a las autoridades, pero miraba por encima al resto de las personas.

Yoh siempre la vio como todo lo contrario a lo que parecía, una chica muy insegura que necesitaba ver a los otros caer para ella sentirse arriba.

Según todo el instituto ellos estaban “emparejados”, pero era por capricho de ella.

Como siempre, él no lo negaba ni lo afirmaba; le daba igual y, para la sociedad “el que calla otorga”. Por eso todo el mundo lo daba por sentado, porque así lo querían creer y así les obligaba a creer la abeja reina.

-Qué te importa Yumi, suéltame.

Yoh intentó despegarla de su brazo, pero no pudo, el agarre que Yumi tenía era bastante fuerte.

-No, no. Tú primero me explicas porqué desde que valientemente rescataste a la pobretona esa tienes que estar con ella.

-Déjalo, Yumi, déjalo. Así va a ser de aquí en adelante así que por favor déjalo.

-¡Pero tú me perteneces!

-Yo no te pertenezco, deja de decir esas cosas.

Se soltó bruscamente de ella y, mientras se mordía las uñas se dirigió cansado al aula.

Yumi Igarashi frunció el ceño y lo miró alejarse. Tenía un mal presentimiento pero no iba a dejar que pasara, no iba a dejar que su Yoh se fuera lejos de ella.

Batió su cabello contra el viento y caminó tambaleando sus caderas con la mirada muy en alto. Ella era mejor que esa pobre loca.

Cuando Yoh llegó a su aula vio a Akari recostada de su pupitre. Pasó de largo, no la quería molestar; se sentó en su lugar y esperó a que comenzara la clase.

El profesor de Geografía llegó y comenzó a impartir su asignatura. Yoh intentó prestar atención pero no dejaba de mirar hacia Akari. Se veía realmente mal y recordó que tenía que trabajar. Pensó que tal vez no iría por el malestar, pero luego descartó esa idea de su mente. Ella era, por lo que había visto, muy testaruda.

Al término de las clases se acercó a Akari, que estaba recogiendo sus cosas.

-¿Vas a trabajar hoy?- le preguntó.-No deberías.

-Tengo que, de eso vivo.

Se colocó su bolso en la espalda y se marchó pesadamente.

Yoh confirmó a medias su hipótesis de que la economía dependía de ella. ¿Cuántos miembros serían en su familia? Porque la gravedad del asunto dependía de eso, de a cuántos mantenía. ¿Cómo haría si tenía que mantener a una familia entera?

Sin notarlo frunció el ceño preocupado mientras la miraba marcharse. Yumi vio ese gesto y se acercó a él.

-¿Todo bien, cariño?

-Mmm…

-¿Vamos a mi casa hoy? ¿Salimos a tomar algo?

-No Yumi, hoy no. Nos vemos.

El resto del grupo se acercó a Yumi mientras ella veía, con dolor en su mirada, como se alejaba Yoh.

Este, al llegar a su casa, se tiró en su cama a pensar. ¿Y si se pasaba un rato por el café? Solo para asegurar que estuviese bien.

Le costó un poco tomar la decisión pero al final iba a ir. Llevó en su bolso uno de sus cuadernos personales y emprendió camino hacia el café Aozora.

Su hermana mayor, antes de que saliera del gran portón negro, lo detuvo.

-¡Yoh! ¿A dónde vas?-le preguntó amable.

-Voy a salir un rato a tomar algo, ¿y eso tú aquí tan temprano, Hana-nee-san?

Hana era una joven de veinticinco años muy parecida a su hermano; solo que con el cabello más largo y claro, con el cuerpo de una mujer ya desarrollada.

-Tenía que hacer unas diligencias en la calle y decidí pasar por la casa ya que estaba afuera.


-Ya veo, entonces deberías descansar.- le sonrió. –Yo me marcho…

-Yoh, ¿ocurre algo?-lo detuvo.

-¿Algo? ¿Algo como qué?

-Algo en general, solo… algo. Has estado haciendo cosas que nunca haces últimamente. Tú nunca sales; creo que en ningún otro lugar hay tanta variedad de bebidas como aquí en casa y desde pequeño no te gustan las personas. ¿Qué vas a hacer afuera? Además, una de tus camisas tiene una gran mancha de sangre que no se quita, ¿estás peleando? ¿Vas afuera a pelear con alguien? Háblame Yoh, soy tu hermana.

-Te juro que no es nada de lo que piensas, Hana, de verdad.

-¿Qué es entontes?

Yoh se quedó en silencio.

-No lo sé, sólo… sólo voy a tomar algo, ¿sí? No le busques la vuelta. Cuídate.

Se alejó pensativo dejando a su hermana preocupada.

Pudo haberle contado a Hana lo que pasaba, tenían la suficiente confianza, pero no pudo decir nada. Se había dado cuenta de que inconscientemente estaba haciendo cosas que no eran propias de él, como relacionarse con alguien, ir a un lugar donde van muchas otras personas, salir de casa.

Estaba cambiando sin él quererlo y no sabía qué hacer. ¿Se dejaba cambiar? No tenía nada en contra, lo que a él no le gustaba era la hipocresía y Akari podía ser todo lo que sea menos hipócrita. Para él, ella era la chica más directa y sincera que conocía, cruelmente sincera. No tenía nada qué perder…


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Dedo corazón = Dedo medio


No tengo escusa, lo sé. He estado muy desanimada y por primera vez también lo estuve con la historia. Antes era uno de mis motivos para no rendirme, pero esta vez ni siquiera.

Aquí está el capítulo 4 al fin, espero que lo disfruten. Parece que Yoh se quiere dejar cambiar y la terapia fue interesante, pero no todo va a ser bonito, no señor.

La diferencia de palabras, que no sé para qué las pongo pero bueno, es de 831. Hay bastante diálogo, más que en los otros capítulos, no sé qué más decir.

Gracias por la paciencia. Este va para Chris, Bifi, Valentina y Tenshiko, por supuesto.


Por cierto, gracias a mi mamá, la biológica, por leer la historia y por los consejos.