jueves, 27 de octubre de 2011

Capítulo 1: "Jisatsu" (Suicida)

El frío invierno envolvía cada espacio descubierto de su piel; jugaba rebeldemente con sus cabellos negros y se llevaba celosamente las lágrimas que salían de sus vacíos ojos. Se estaba muriendo de frío y la poca tela que la cubría no le era de ayuda. Después de todo, los uniformes de verano están hechos para el verano.

Harta de la vida, temblando violentamente y en el techo de la preparatoria, Akari estaba lista para suicidarse sin dudarlo. Ya sea por el impacto de la caída desde el 5to piso o desangrada a manos de la navaja dispuesta a cortar su muñeca, tenía que morir en ese momento.

Frecuentemente las personas se preguntan qué lleva a un ser humano a atentar contra su vida. Alegan que es un acto egoísta y malcriado, pues muchos luchan duro por un solo día más... Ella no pensaba así…

¿No es igualmente egoísta someterse a una vida carente de sentido, que no tiene ni fin ni motivos? Siempre hay una razón para vivir, dice la gente, pero ella no la encontraba por ninguna parte, por más pequeña que fuese. Estaba cansada ya de soportarlo todo y las pequeñas gotas de esperanza se habían secado ya hace mucho tiempo.

El insoportable clima, su escasa ropa y su extraña enfermedad se unieron para darle fuerzas a su decisión. El pecho comenzó a arderle ferozmente mas esta vez no le importó. No corrió a buscar las pastillas, no se quejó ni lamentó su condición. El dolor que sentía físicamente ya no tapaba el dolor emocional. No era nada en realidad comparado a la angustia y desolación que sentía.

Llevó la impaciente navaja a su muñeca mientras se acercaba a la orilla del edificio. No había dudas ni marcha atrás; la decisión ya estaba tomada.

Se detuvo al llegar al límite y subió al primer tubo de la baranda que bordeaba toda la orilla, quedando apoyada solamente de su cuerpo contra los largos cilindros de metal que llegaban a la mitad de sus muslos. Era la hora.

Respiró hondo y, como una cinta de una película, todos los motivos por los cuales estaba allí ahora, se apilaron en recuerdos desagradables y pesadillas horrorosas, pasando por su mente e incitándola a terminar ya con todo. Sintió un mal sabor en la boca, lleno de rabia y odio. Todas aquellas tristezas y sufrimientos sin compensación terminarían ya mismo y eso le alegraba un poco.

Cerró sus ojos mientras la navaja desesperada por fin cumplía su misión. Se hundió lentamente en su muñeca, formando una línea torcida de la que brotaba poco a poco y cada vez más rápido la sangre de la que tanto se quería deshacer. Se rió mentalmente de la pequeña punzada de dolor que sintió, ¿tan poco? Pensó. ¿Tan poco dolor se siente? Muy internamente pensó que sería más difícil.

Se inclinó hacia adelante y su cuerpo cada vez más débil comenzó a caer, y a caer… y a caer.

Esperó varios segundos pero no sentía el impacto. ¿Qué tan alto era ese edificio? ¿Había muerto antes de tocar el suelo y por eso no sintió nada? Sentía que volaba, que la gravedad jugaba con ella y el viento la ayudaba a flotar. Abrió lentamente sus ojos con algo de miedo y vió que en realidad no había caído ni diez centímetros. Miró la distancia entre ella y el suelo y se le encogió el corazón, pero su mirada se nublaba cada vez más.

Sintió que una fuerza desconocida la atraía nuevamente hacia el edificio, hasta dejarla caer encima de algo. Algo ni tan suave ni tan duro, algo como… una persona. Volteó bruscamente su cabeza para ver quién se había atrevido a detenerla y sus ojos verdes solo pudieron ver a una mirada azul asustada. No pudo distinguir más nada, pues se desmayó instantáneamente en los brazos de quien la había salvado. Sonrió antes de perder la consciencia, al menos moriría de alguna forma.

Aquellos ojos azules le pertenecían a un chico, que respiraba ahora agitadamente por el esfuerzo que tuvo que hacer para separar a Akari de las barandas. Se sintió aliviado al ver que ya había acabado.

Había subido a la azotea para liberarse de la hipocresía que le rodeaba, como todos los días, y a escribir un poco acerca de cualquier cosa. Se estaba comenzando a relajar cuando la vio allí, a varios metros lejos de ella subiendo por los tubos. Le tomó un tiempo darse cuenta de lo que estaba viendo, pues no estaba tan cerca y apenas distinguía lo qué ella hacía.  Cuando vio que iba a caer, dejó todas sus pertenencias en el suelo y corrió lo más rápido que pudo a detenerla, por instinto, más que por otra cosa.

Pero su alivio desapareció muy rápidamente al darse cuenta de que su uniforme comenzaba a llenarse de sangre.

-¡Mierda!

Vio de donde provenía y lo único que se le vino a la mente fue cargarla y correr hacia la enfermería. Resulta que la loca suicida no sólo había intentado con lanzarse del edificio sino que también había probado cortándose las venas.

Bajaba los escalones de dos en dos, procurando no resbalarse. La gente a su alrededor gritaba y le abría paso al joven desesperado.

Akari pareció recuperar la consciencia por un momento, pero solo abrió los ojos y escuchó gritos que le aturdían, sintiendo también como el viento provocado por la velocidad del chico golpeaba su cuerpo. Sentía que ese viento la lastimaba al igual que el ruido. Volvió a cerrar los ojos y se dejó llevar.

El chico llegó a la enfermería y lo que pasó después fue tan precipitado y rápido que no se acordó, sino hasta que estaba sentado en la sala de espera del hospital, que había dejado todas sus cosas en la azotea.

Los servicios del instituto eran suficientes para detener la pérdida de sangre, pero no para recuperar la que se había perdido junto con las fuerzas de la joven, así que llamaron a una ambulancia que los llevó a ella, al doctor de la enfermería y al chico al hospital local, que no estaba muy lejos.

Una vez allí, a Akari Matsumoto le inyectaron suero mientras le hacían una pequeña transfusión de sangre; el resto la recuperaría bebiendo mucha agua.

El chico estaba muy aburrido.  Pasaron varios minutos que le parecían eternos, mientras intentaba hacer cualquier cosa para distraerse, desde juguetear con sus dedos hasta contarse los poros de su mano. No sabía si prefería regresar a clases o estar ahí.

Comenzó a morderse las uñas de su pulgar con ansias, repitiéndolo con cada dedo de sus manos. Tenía esa mala costumbre desde siempre, y lo hacía a cada momento, inconscientemente, en cualquier lugar.

Su nombre era Yoh Kimura y había estudiado con Akari desde hacía varios años. Tenía el cabello negro y alborotado, los ojos azules y misteriosos, el cuerpo que algunos consideran perfecto y una personalidad muy seria y sarcástica que le gustaba a muchas. Formaba parte del grupo muy famoso y que no debe faltar en toda institución educativa de chicos ricos que como no tienen que estudiar porque el dinero hace sus notas, se dedican a molestar  a cualquier otro desafortunado que no formara parte de ellos.

Yoh nunca se unía a esas bromas pesadas, pero tampoco las detenía. Era de esa clase de personas que pasan de todo. En realidad no le importaba nada, no le motivaba nada y todo le daba igual. Tampoco pertenecía a ningún club deportivo, como la mayoría de los de su grupo, pues en realidad pretendía pasar desapercibido, por muy imposible que fuera.

Siendo el hijo de un importante empresario y parte de una de las familias más adineradas de la ciudad, no puedes pasar desapercibido, y por ende, no puedes escapar de la hipocresía. Él tampoco lo intentaba, no los alejaba ni los acercaba, le daban igual.

Nunca había hecho nada por nadie, ni se había preocupado por la vida de otro ser humano a excepción de su familia. Por eso le sorprendió verse tan asustado por su compañera de clases. Había corrido por instinto, la había salvado por instinto y ahora lo lamentaba, pues de alguna u otra forma se sentía comprometido.

Aún así, le seguía dando igual Akari.

Estudiaban juntos, pero nunca había hablado con ella. A los ojos de él, era una chica muy diferente a las comunes; independiente, fría, seria, de mente calculadora y fuerte; nunca se mostraba débil a pesar de las dificultades. Sus palabras estaban llenas de elocuencia e ingeniosa labia, motivo por el cual muchos le tenían rabia. Le costaba imaginar la razón por la cual ésta chica tan aplicada y sabia atentara contra su vida de aquella forma. Sin embargo, a pesar de las cosas que pensaba sobre aquella chica, no le interesaba hablar con ella o intentar hacer conversación. Nunca le habían agradado las personas ni las relaciones sociales con ningún tipo de personalidad, y ver como Akari iba a terminar con su vida le hizo perder aún más el interés.

La mayoría de las personas que intentan suicidarse en realidad no lo quieren hacer, así que tarde o temprano se lo iba a agradecer.

Ya todo lo que debían hacer los doctores y enfermeras estaba hecho y solo faltaba que Akari despertara y, cuando se sintiera recuperada, se podrían ir.

Yoh entró a la habitación porque no le gustaba el ambiente de la sala de espera, se apoyó en una pared y vio a Akari, que aún dormía.

Un rato más tarde al fin abrió los ojos lentamente. Lo primero que vio fue el gran techo blanco.

-¿El cielo? – preguntó para sí.

-No, imbécil, estás en un hospital.– contestó Yoh de manera brusca.

Akari se sentó en la cama tratando de recordar lo sucedido. Se suponía que debía estar muerta. Al incorporarse sintió que todo le daba vueltas y se apoyó del colchón, al mismo tiempo en que se sujetaba la cabeza por el dolor.

-Estabas a punto de suicidarte cuando él te detuvo- dijo el doctor del instituto, desde la silla donde estaba sentado desde que llegaron.

Señaló a Yoh ante la expresión de desconcierto de Akari, quien de golpe recordó todo lo sucedido. Miró al chico acercarse a la camilla.

-De nada- ironizó Yoh, esperando agradecimiento de parte de la pelinegra.

-¿Por qué…? – inicio Akari, mientras su mirada se nublaba por las lágrimas.

-¿Cómo que 'por qué'? Por haberte salvado la vida- contestó el chico como si la respuesta fuera la respuesta más obvia del mundo.

-¿Por qué me detuviste? – Terminó la chica comenzando a llorar; sentía rabia e impotencia mezclada con tristeza y confusión.

-¿Qué?- Yoh estaba confundido, se suponía que había hecho algo bueno por ella, y ella le pagaba de esa forma. Y para colmo la chica comenzó a lanzarle lo que pretendía que eran golpes mientras murmuraba cosas que no entendía. -¡Hey! Basta… - dijo sujetándole las muñecas.
Akari intentaba zafarse, pero estaba demasiado débil por la pérdida de sangre. Se detuvo con la cabeza baja mientras seguía llorando.

-Si quieres le golpeas después; por ahora tienes que recuperar las fuerzas- interrumpió el doctor.

-¡¿Qué?! ¿Por qué rayos me tiene que pegar? ¡Le salvé la vida!

-Es algo obvio, ¿no crees que si se intentó suicidar, era porque quería morir?- le preguntó monótonamente.

-¿Cómo puede decir eso? ¡Se supone que es un doctor y su misión es salvar vidas!

-Por supuesto, esa es mi misión, pero salvo las vidas de aquellos que quieren seguir viviendo, que tienen motivos para hacerlo. Es algo difícil de entender, pero a veces la mejor manera de salvar una vida es dejándole morir. Tú no sabes que clase de vida lleva esta chica y si lo supieras, verías por qué sí tendría razón al querer suicidarse.- se defendió el doctor.

Yoh se sintió frustrado y confundido, no entendía la manera de pensar de aquella persona. ¿Justificaba su acción?

Salió de la habitación y se sentó en el piso a esperar, aún frustrado y pensando en la muerte mientras se mordía las uñas de nuevo.

Adentro, el doctor, de nombre Hisao, le acercó a Akari una jarra llena de agua y un vaso. Ella sin decir nada comenzó a beber.

-Tómate tus medicinas.

Ella asintió y lo hizo obediente.

Un rato más pasó hasta que Akari se sintió lo suficientemente bien como para regresar al instituto, donde los esperaba la directora para una reunión.

-¿Dónde están mis cosas? Las dejé en el techo de…

-No te preocupes, ya alguien se encargó de eso.

Yoh se quedó más tranquilo y junto con el doctor y Akari fueron hacia el instituto en el auto de Hisao.


Abrió la puerta que comunicaba el edificio con la azotea y respiro el frío aire que educadamente la recibió. Pisó con sus tacones cautelosa para no resbalar con los pequeños rastros de nieve que habían reposado allí en la mañana. Buscó con la mirada y por encima aquello por lo que subió hasta encontrarlo. Se acercó al bolso de Yoh y vio un cuaderno a unos centímetros un poco estropeado. Lo tomó y, con su intrepidez digna de su profesión, leyó las palabras escritas adentro.

-Interesante… Muy interesante.

Sonrió satisfecha. Una idea veloz le vino a la mente, era algo arriesgado, pero tenía una corazonada, una muy buena corazonada que le decía que ese era el camino, que así los salvaría a ambos. Tomó el resto de las cosas y bajó hacia la dirección.


Hisao llegó y acompañó a los chicos hacia la dirección. Ambos no hablaron ni se miraron, solo seguían al doctor.

Al llegar se encontraban dos mujeres que por lo que se veía, habían esperado bastante tiempo.

Una de ellas, la directora, tenía un semblante muy serio en la mirada. Era una señora regordeta de cabello corto y enroscado, color rojizo; mejillas infladas y sonrosadas y expresión estricta. Los invitó a pasar y tomar asiento; los tres respetaron su orden.

Junto a ella, de pié, estaba una mujer de unos treinta años que los jóvenes no pudieron reconocer por muy familiar que su rostro resultaba.  Tenía, a diferencia de la directora, un aspecto relajado y cálido. Su cabello era lacio y castaño abundante, cayendo sobre sus hombros bordeando una mirada pacífica color miel.

-Ella es la psicóloga Azumi, y te estará atendiendo de ahora en adelante, Akari-san.- la mencionada abrió la boca para protestar, pero la directora le hizo un gesto con la mano pidiéndole que se detuviera. 

–Sin peros; no es una sugerencia, es obligatorio.- La pelinegra cerró su boca y bajó la mirada inconforme.

-Un placer en conocerte, Akari-chan, la pasaremos muy bien juntas. - saludó la psicóloga con una sonrisa sin esperar respuesta, que de todas formas nunca llegó. –Bueno, sé que se está haciendo tarde y tienen cosas que hacer, así que seré breve. Obviamente están aquí por alguna razón, y nos ahorraremos el discurso, por ahora, sobre tu inusual acción.- miró a Akari con ternura. - Tú debes ser Yoh-san, si no me equivoco- el aludido asintió- Entonces tu fuiste quien detuvo a Akari-san. ¿Por qué lo hiciste?- preguntó con dulzura. Yoh sintió la frustración crecer en él de nuevo.

-Porque debía hacerlo, fue… un impulso ¡¿ya?!- Se volvió con violencia hacia Akari. -Perdón por detener tu muerte ¿Está bien?- casi gritó.

-¿Estás conciente de que ella quería morir y tu impediste que lograra lo que deseaba, que al hacerlo has prolongado su sufrimiento?- preguntó  la psicóloga con la misma calma.
Yoh se llevó la mano hacia su frente y suspiró murmurando un fastidiado "si".

-¡Perfecto!- exclamó Azumi –Pues, Yoh-san, ya que es tu culpa que ella esté viva me parece que… no, es un hecho que ahora la vida de Akari-san te pertenece- explicó con una sonrisa radiante y muy confiada.

-¡¿Ehh?- exclamaron todos los presentes.
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Bueno, bueno. Luego de tanta desesperación aquí está el primer capítulo, otra vez, de esta historia.

Como se darán cuenta, las diferencias no son tantas. Sin embargo, no será siempre así. Más adelante habrán capítulos en los que no habrá casi nada parecido al capítulo correspondiente de la historia original.

Hay una escena nueva. La psicóloga va a buscar las cosas de Yoh y lee algo. ¿Qué es? Quizás se sabrá después, quizás no, lo cierto es que sea lo que sea, llamó la atención de Azumi y le dio una idea, idea que ya todos conocemos y que unirá la vida de Yoh y Akari.

También hay otro factor diferente que se repetirá mucho. Yoh se muerde las uñas y esto es gracias a Tenshiko (una vez más, gracias ;) ). Como seres humanos estamos llenos de defectos, manías y detalles que parecen insignificantes pero nos hacen eso, seres humanos.

Como detalle extra, la diferencia de palabras entre el primer capítulo de la versión y el editado es de 726 palabras aproximadamente (he editado uno que otro párrafo y puede que le haya quitado o agregado alguna).

La imagen, al igual que las otras que están en el blog, obviamente no me pertenece. Por si no se nota, es una chica cayendo de un edificio.

Capítulo dedicado especialmente a Analy, Tenshiko, Valentina, Chris y Fanny que han estado muy pendientes de la edición. ¡Gracias!

5 comentarios:

  1. Me gustó :P la misma trama (pensé que cambiarías lo de la psicóloga, por eso imaginé que sería diferente la trama, siendo eso lo mejor xD *I'm a fool*) Escenas parecidas, como dijiste hay cosillas nuevas; con respecto a lo que escribiste, se nota más fresco, menos forzado como en la anterior (no se, me parece).
    Espero el próximo cápitulo, para ver que cambiaste xD notaré los cambios de aquí al séptimo que fue el último cápitulo que leí (nunca estuve pendiente si habías escrito otros, sorryy)

    PD:Algunas partes del cápitulo tiene que ver con tu vida y yo se el órigen muahahahaha xD
    PD (again): Me encantaaa esta historiiia :P

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  2. ¡Gracias! Estoy sorprendida por tu comentario, me gusta, me gusta. Ambos hemos cambiado y ahora tú eres más expresivo xD.

    Y bueno, ya ves, el fruto de los debates en clases de Sociología y lo obtuso que era tú sabes quién.

    Por cierto, gracias por lo de los errores, ya lo cambié, te debo otra. xD :*

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  3. aff me gusto esta buenisimo ya quede como q o.o! quiero seguir leyendo esperare con ansias el segundo capitulo..! congratulation!

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  4. Hooola ale, bueno al fin leí este primer capitulo y valla como diría un español "menuda historia". quedo buenísima, bueno estaba a la expectativa por que no me imagina como era la historia, pero de verdad que excelente ademas que provocaste en mi cerebro que imaginara cada escena de la historia y eso me gusto muchoooo XD. me dio risa como el personaje "Yoh" estaba extrañado que al salvarle la vida ella no le agradeciera y de paso el doctor y la psicología pues ciertamente le dieron la razón a akari-San. bueno ale recalco nuevamente mi admiración por la historia que seria una expresión mas o menos así (WUAAAAAAOOOO). espero medir mi tiempo para ver el segundo capitulo que note ya lo publicaste XD

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  5. Wiiii! Nelson, Emmanuel, muchas gracias por leer. Me alegra que les guste y no se preocupen por el tiempo, que se lee cuando se puede. Gracias por estar pendientes de mi faltadera a clases. :D

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