jueves, 8 de marzo de 2012

Capítulo 4: "Ryouhou" (Terapia)


Yoh y Akari no sentían que debían tratarse, hablar en el desayuno o entre horas. Desde luego, ninguno estaba de acuerdo con la sentencia que se les había impuesto, así que no tenían porqué fingir que se caían bien. De hecho, Akari se esforzaba mucho en hacerle notar a Yoh que era todo lo contrario, que aún le guardaba y guardaría resentimiento por haberla detenido, por muy arrepentido que esté y aunque no lo haya hecho a propósito.

Él en cambio no le daba mucha importancia. Si por lo menos de su cabeza salieran aquellas ideas tan abstractas sobre ella, la ignoraría igualmente. Pero no podía, las emociones que desbordaban de los ojos verdes de Akari eran tan nuevas para él, que quería escribir más y más sobre ellos. A esa curiosidad se le unían las ganas de compensar todo aquello que no había hecho, pero que ella le culpaba. Por eso no la ignoraba, por eso a la mañana siguiente la saludó sólo para ver qué hacía ella.

-Buenos días.

-Buen día.

Le contestó y eso era algo que no esperaba. Que sí, que era un saludo muy seco y ni siquiera le miró a los ojos, pero sentía que se habían acercado un paso más.

No es que quisiera seguir acercándose, pero es que inconscientemente el seguía intentado dar pasos más y más largos. No podía dejar de mirarla, sentía demasiada curiosidad. Le había hecho darse cuenta de su egoísmo, de su egoísmo antes de conocerla y aún así después. Sin embargo, mientras más pasos él daba, más se alejaba ella…

…Tampoco le importaba mucho. Tampoco es que iba a buscarla solo para ver el resentimiento en su mirada. No iba a relacionarse con ella a propósito, ni él ni ella lo querían así.

Lamentablemente lo debían hacer, porque las tutorías entre clases sí que eran obligatorias. Les había tocado a todos los martes y jueves de nueve y media hasta las diez y media, pues tenían horas libres en esos momentos. Para ello debían dirigirse a la biblioteca, donde les tomaban la asistencia y evaluaban superficialmente el trabajo.

Sentados frente al otro, Akari abrió un gran libro mientras Yoh sacaba su cuaderno de física.

-Comencemos con la parte de la dinámica. Es sencillo si le prestas atención.

Yoh asintió.

-De hecho, va a ser más sencillo de lo que crees si de verdad intentas entender. Tu problema no es otro sino la falta de interés. Procura prestar atención, ¿vale?

-Vale.

-“La dinámica es la parte de la mecánica que se encarga de estudiar el movimiento de los cuerpos, considerando las fuerzas que actúan sobre él”- leyó del libro. –Eso está claro. Si tienes alguna duda pregúntame.

Ella continuó explicándole muy cuidadosa y detalladamente. Yoh tenía sus dudas pero Akari sabía cómo aclararlas. Le explicó unos ejercicios básicos que él supo hacer.

-Lo importante de este tipo de ejercicios es la práctica. Esa es la única forma de estudiar, así que te iré asignando más ejercicios. No te confíes, este es solo uno de los temas y aún no ha acabado, pero tenemos solo una hora y no puedo hacer milagros.

Mientras Yoh terminaba de resolver su tarea, Akari copiaba en una hoja en blanco ejercicios que sacaba de varios libros. Se tardó bastante y le entregó al chico el papel lleno de ellos.

-¡Son muchos!

-Son los necesarios.

Yoh suspiró fastidiado, al menos estaba entendiendo.

Admiró la forma en la que Akari separaba sus problemas de sus obligaciones. Nunca lo trató mal mientras lo enseñaba, ni hizo algún comentario que no fuese sobre la física. Y tal como se lo imaginó, al terminar, se levantó sin decir nada con las intenciones de irse.

Sin embargo, la psicóloga Azumi la detuvo.

-¡Espera! No te vayas todavía.

Se acercó a los dos chicos que la vieron fastidiados.

-Sí, a mí también me alegra verlos. Bueno chicos, les comunico que hoy tienen que ir a mi despacho a la hora del almuerzo…

-¿Me van a poner a cargo de otra loca suicida?- preguntó con sarcasmo.

-No, Yoh, pero vamos a conversar un poco sobre la que ya se te ha sido asignada.- le guiñó un ojo y señaló a Akari.

-¿Es obligatorio?

-Sí, Akari-chan, lo es. A partir de ahora tendremos terapias semanales a la hora del almuerzo. Serán todos los jueves, pero si considero que son necesarias horas extra no se pueden resistir.

-¿Terapias? ¡Pero si la loca es ella!

-Sí, pero ahora soy de tu propiedad, o algo así.

-Exacto.

-¡Qué molestia!

-No podemos hacer nada, ¿verdad?

Azumi negó con la cabeza sonriendo.

Akari suspiró, miró a Yoh con rabia y se dio la vuelta. Mientras se alejaba, la psicóloga le gritó:

-¿Vas a venir?

Ella levantó los hombros y siguió caminando. No tenía de otra.

-¿Por qué nos haces hacer esto?- Yoh le preguntó con sinceridad.

-Porque ella te necesita, Yoh, y tú la necesitas a ella. Nos vemos más tarde.

¿Necesitar? ¿Qué sentido tenía eso? Estaba consciente de que ambos necesitaban muchas cosas, ¿pero qué tenían que ver ellos? ¿Qué podía ofrecerle él a ella, o viceversa?

Desde donde estaba sentado reposó su cabeza en su mano derecha, mordiéndose al mismo tiempo la uña de su dedo corazón.

No quería hacer ninguna terapia, no lo sentía necesario. Lamentablemente no se podía negar, no había forma de evadir el gran problema que sabía que vendría. Se terminaría relacionando con ella, lo sabía y eso era malo. No estaba en él hablarle amistosamente a alguien, todo en su vida siempre fueron sonrisas hipócritas y eso era lo que más detestaba.

Inhaló mucho aire y lo soltó por la boca para llenarse de paciencia. Se levantó resignado y se fue a clases.

El resto de las clases pasaron muy rápidamente para ambos, pues antes de que se dieran cuenta, se encontraban frente al despacho de Azumi.

La habitación del consultorio era algo amplia, con un escritorio que parecía ser de la psicóloga y varios puffs esparcidos frente a él, que bordeaban una mesita algo baja. Es esta mesa se encontraban tres bandejas de comida.

-Siéntense, por favor.

Ambos obedecieron y se sentaron frente a las bandejas.

-¿La cantidad de jugo es suficiente para ti, Akari-chan, o aún no dominas el “arte de alternar la bebida y el alimento”.

Akari fingió reírse y luego roló los ojos. Yoh sin poder evitarlo rió fuerte.

-Está bien así.

-Me alegro.- Azumi también sonrió y se sentó junto a ellos en un puff.

-Bueno, comencemos. ¿Cómo les fue desde aquel día?- preguntó preparada para anotar en su libreta. –Oh, pueden comer.

-Normal.

-¿Qué es para ti "normal", Akari-san?

-Pues dentro de los parámetros de lo neutral, no nos fue de maravilla, ni pésimo.

-Ya veo… ¿por qué no les fue de maravilla?- preguntó anotando todo.

Akari abrió la boca para contestar pero Yoh se le adelantó.

-Porque usted me mandó a acompañarla a casa aún sabiendo que la loca esta trabaja. Porque lo sabía, ¿no? Tuve que esperarla hasta las diez y algo. Además no paró de culparme por cosas que no hice aunque las presencié y nunca las detuve. Por no mencionar que se peleó con su novio en el trabajo y que no he podido dormir nada estas noches por su culpa.

-Por mi parte, señorita Azumi, he tenido que verle la cara muy seguido a la persona que en estos momentos, menos quiero ver. Obviamente esto usted lo sabe, porque nos emparejó para la tutoría y no lo niegue. No sé qué le pasa a Kimura pero, a pesar de que usted no se lo asignó de nuevo, fue a buscarme ayer al trabajo y en serio, no puedo sacármelo de encima. Todos me tienen lástima y es por culpa de él.

-Considero yo, señorita Azumi, que lástima la tendrían muerta o viva, porque lo que critican es la acción, lo que hizo, el haberse intentado suicidar…

-Es muy distinto, señorita Azumi, que me sientan lástima y yo lo presencie, a que lo hagan conmigo en la tumba. Esta persona aquí a mi lado tiene planes perversos, lo sé. No deja de… molestarme.

-Señorita Azumi, creo que Matsumoto debería dejar de culparme por cosas que no he hecho.

-Yo no tengo la culpa de que Kimura siempre esté con las personas que SÍ me hacen daño.

-¡Pero no me debería juzgar, señorita Azumi!

-Con todo respeto, Azumi-san, yo puedo pensar lo que me dé la gana.

-No, no puede.

-Claro que puedo.

-Entonces las personas pueden pensar de ella lo que quieran, si es así como ella piensa. Pueden sentir lástima porque pueden pensar lo que les dé la gana.

-La situación es distinta, señorita, a Kimura no le interesa lo que yo piense de él.

-Me hace sentir mal, Azumi-san.

-¡Ah, cierto! El muy descarado quiere compensarme, ¿lo sabía? Me compró un uniforma para reemplazar el que él y sus amiguitos me dañaron. ¿Es posible eso? Hace esas cosas nada más para sentirse mejor consigo mismo y no es justo. Si quiere hacer eso que lo haga con otra de las tantas personas que han acosado, pero conmigo no. No soporto la lástima, Azumi-sensei, no la soporto.

-¡Yo no le tengo lástima! En realidad no me importa su vida, sólo… No lo puedo evitar, señorita Azumi, no puedo evitar…

-¿Joderme la existencia?

-Joderle la existencia, sí, no puedo hacer nada al respecto.

-Podría meterse en sus asuntos.

-No tengo muchos asuntos en los que preocuparme.

-Entonces se mete en los míos.

-¡Me rindo, señorita Azumi!

La psicóloga los miraba con los ojos abiertos. Se había quedado con el tenedor en la boca y no pudo comer más. A pesar de que nombraron su nombre enésimas veces, y parecía que la regañaban, ellos habían encontrado una forma muy extraña de discutir sin dirigirse la palabra. Se había limitado a mirarlos pacientemente y escuchando bien cada una de las cosas que decían.

Se comenzó a reír cuando ambos hicieron silencio. Aquello había sido muy interesante, aunque casi se sentía mareada. Yoh también sonrió y miró hacia abajo. Akari se tapó la boca e intentó no hacerlo también. Sentía esas ganas de reír cuando en realidad no quisiera hacerlo y necesitas hacer un esfuerzo muy grande para mantener la compostura. Ni siquiera sabía porqué quería hacerlo, pero la comisura de sus labios quería extenderse hacia arriba. Cerró los ojos y apretó sus labios respirando profundo para no reír, pero no lo pudo evitar.

Azumi dejó de reírse y los vio a ambos, intentando contenerse en vano. Suspiró con esperanza.

-¿Esta es la clase de terapia que querías?- le preguntó Akari cuando pudo controlarse.

-Ustedes lo han hecho todo solitos. ¿Se sienten mejor?

-Yo sí, en realidad.

-Me alegro, Yoh-san. ¿Akari?

Akari torció la boca. Se sentía algo vulnerable y no le gustaba. Aún no confiaba en Yoh, por supuesto, pero es que la cara de Azumi viéndolos como si jugaran tenis y luego el silencio incómodo que reinó al terminar de discutir había sido muy… extraño e inusual.

La psicóloga sonrió de nuevo.

-He de suponer que no aceptaste el uniforme, ¿no es así?

-No, y no lo haré…

-Yoh-san, puedes dejar aquí el uniforme cuando puedas y yo le haré una revisión. ¿Te quedas así más tranquila, Akari-san?

-La verdad… no.

-Bueno, de todas formas eso haremos y cuando quieras lo puedes buscar.

-Será…

-Ahora, nuestra terapia de hoy, planeada y llevada a cabo por ustedes mismos dio buenos resultados. Una risa puede significar mucho. Necesito que, para la próxima semana me traigan unas tareítas.

-¿Tarea?

-Sí, tarea. Yoh, debes realizar una lista de motivos que consideres que sean la razón por la cual Akari intentó suicidarse. No importa si no son así, tú escribe lo que pienses.

-Vale.

-Akari, tendrás que dibujar.

-¿Dibujar? ¿Dibujar qué?

-Dibujar cosas. Esta es realmente una tarea permanente; todas las semanas me traerás un dibujo depende del tema que te dé. El primero será la felicidad.

-Claro, claro…

-Tú sabrás qué dibujar, pero es obligatorio. Sé que dibujas muy bien, así que tengo altas expectativas.

-Pues no las tenga mucho, porque puede decepcionarse.

-Lo sé, pero soy yo la que decide desde dónde quiero caer, y sinceramente confío en que por muy alto que me eleve, no dejarás que yo caiga.

La guiñó el ojo y terminó de comer. Los chicos también lo hicieron en silencio, cada uno pensando en su tarea.

Salieron del consultorio en cuanto terminaron y, sin ninguna otra opción, caminaron juntos hacia su aula de clases.

-¡Ahg!

Akari se detuvo sosteniéndose la cabeza.

-¿Qué ocurre?

-Me duele la cabeza...

-Tómate una pastilla- le sugirió.

-¡Qué inteligente!- exclamó con sarcasmo mientras buscaba en su bolso la botella de agua. –Aff, está vacía.

Cerró su bolso y comenzó a caminar hacia el cafetín.

-¡Espera! Creo que yo tengo… Es nueva, está sellada, mira.- se dio la vuelta para aceptar el agua, se sentía demasiado mal como para discutirle.

Tomo la botella que Yoh le había extendido y, junto con la pastilla, bebió un poco.

-Me tomaré otra, creo que acabaré tu agua.

-No importa, no la voy a necesitar.

Así lo hizo y cerró los ojos. Intentó sacar el dolor con un suspiro, pero fue en vano.

-Será mejor que te sientes, que las pastillas no son tan inme…

Una chica de cabello claro artificial se enganchó a su brazo y lo interrumpió.

-¡Mi Yoh! ¿Qué haces con la basura?- dijo señalando a Akari, esta miró al cielo y se fue.

La chica era una de las del grupo con quienes Yoh pasaba su tiempo. Para ser más exactos, era la “abeja reina” del resto del panal. Junto con Yoh, era la de familia con más renombre y prestigio, así que todos hacían lo que ella hacía, porque además, era dominante y le gustaba ser el centro de atracción. En conclusión era la típica niña rica que siempre obtiene lo que quiere.

Además de todo, también tiene una alta confianza en sí misma y en su aspecto, o eso parecía. Siempre se mostraba muy narcisista frente a los demás y en realidad tenía con qué. Sus ojos eran de un extraño gris que no muchos tienen, y sus facciones eran finas y delicadas. Se comportaba con educación frente a las autoridades, pero miraba por encima al resto de las personas.

Yoh siempre la vio como todo lo contrario a lo que parecía, una chica muy insegura que necesitaba ver a los otros caer para ella sentirse arriba.

Según todo el instituto ellos estaban “emparejados”, pero era por capricho de ella.

Como siempre, él no lo negaba ni lo afirmaba; le daba igual y, para la sociedad “el que calla otorga”. Por eso todo el mundo lo daba por sentado, porque así lo querían creer y así les obligaba a creer la abeja reina.

-Qué te importa Yumi, suéltame.

Yoh intentó despegarla de su brazo, pero no pudo, el agarre que Yumi tenía era bastante fuerte.

-No, no. Tú primero me explicas porqué desde que valientemente rescataste a la pobretona esa tienes que estar con ella.

-Déjalo, Yumi, déjalo. Así va a ser de aquí en adelante así que por favor déjalo.

-¡Pero tú me perteneces!

-Yo no te pertenezco, deja de decir esas cosas.

Se soltó bruscamente de ella y, mientras se mordía las uñas se dirigió cansado al aula.

Yumi Igarashi frunció el ceño y lo miró alejarse. Tenía un mal presentimiento pero no iba a dejar que pasara, no iba a dejar que su Yoh se fuera lejos de ella.

Batió su cabello contra el viento y caminó tambaleando sus caderas con la mirada muy en alto. Ella era mejor que esa pobre loca.

Cuando Yoh llegó a su aula vio a Akari recostada de su pupitre. Pasó de largo, no la quería molestar; se sentó en su lugar y esperó a que comenzara la clase.

El profesor de Geografía llegó y comenzó a impartir su asignatura. Yoh intentó prestar atención pero no dejaba de mirar hacia Akari. Se veía realmente mal y recordó que tenía que trabajar. Pensó que tal vez no iría por el malestar, pero luego descartó esa idea de su mente. Ella era, por lo que había visto, muy testaruda.

Al término de las clases se acercó a Akari, que estaba recogiendo sus cosas.

-¿Vas a trabajar hoy?- le preguntó.-No deberías.

-Tengo que, de eso vivo.

Se colocó su bolso en la espalda y se marchó pesadamente.

Yoh confirmó a medias su hipótesis de que la economía dependía de ella. ¿Cuántos miembros serían en su familia? Porque la gravedad del asunto dependía de eso, de a cuántos mantenía. ¿Cómo haría si tenía que mantener a una familia entera?

Sin notarlo frunció el ceño preocupado mientras la miraba marcharse. Yumi vio ese gesto y se acercó a él.

-¿Todo bien, cariño?

-Mmm…

-¿Vamos a mi casa hoy? ¿Salimos a tomar algo?

-No Yumi, hoy no. Nos vemos.

El resto del grupo se acercó a Yumi mientras ella veía, con dolor en su mirada, como se alejaba Yoh.

Este, al llegar a su casa, se tiró en su cama a pensar. ¿Y si se pasaba un rato por el café? Solo para asegurar que estuviese bien.

Le costó un poco tomar la decisión pero al final iba a ir. Llevó en su bolso uno de sus cuadernos personales y emprendió camino hacia el café Aozora.

Su hermana mayor, antes de que saliera del gran portón negro, lo detuvo.

-¡Yoh! ¿A dónde vas?-le preguntó amable.

-Voy a salir un rato a tomar algo, ¿y eso tú aquí tan temprano, Hana-nee-san?

Hana era una joven de veinticinco años muy parecida a su hermano; solo que con el cabello más largo y claro, con el cuerpo de una mujer ya desarrollada.

-Tenía que hacer unas diligencias en la calle y decidí pasar por la casa ya que estaba afuera.


-Ya veo, entonces deberías descansar.- le sonrió. –Yo me marcho…

-Yoh, ¿ocurre algo?-lo detuvo.

-¿Algo? ¿Algo como qué?

-Algo en general, solo… algo. Has estado haciendo cosas que nunca haces últimamente. Tú nunca sales; creo que en ningún otro lugar hay tanta variedad de bebidas como aquí en casa y desde pequeño no te gustan las personas. ¿Qué vas a hacer afuera? Además, una de tus camisas tiene una gran mancha de sangre que no se quita, ¿estás peleando? ¿Vas afuera a pelear con alguien? Háblame Yoh, soy tu hermana.

-Te juro que no es nada de lo que piensas, Hana, de verdad.

-¿Qué es entontes?

Yoh se quedó en silencio.

-No lo sé, sólo… sólo voy a tomar algo, ¿sí? No le busques la vuelta. Cuídate.

Se alejó pensativo dejando a su hermana preocupada.

Pudo haberle contado a Hana lo que pasaba, tenían la suficiente confianza, pero no pudo decir nada. Se había dado cuenta de que inconscientemente estaba haciendo cosas que no eran propias de él, como relacionarse con alguien, ir a un lugar donde van muchas otras personas, salir de casa.

Estaba cambiando sin él quererlo y no sabía qué hacer. ¿Se dejaba cambiar? No tenía nada en contra, lo que a él no le gustaba era la hipocresía y Akari podía ser todo lo que sea menos hipócrita. Para él, ella era la chica más directa y sincera que conocía, cruelmente sincera. No tenía nada qué perder…


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Dedo corazón = Dedo medio


No tengo escusa, lo sé. He estado muy desanimada y por primera vez también lo estuve con la historia. Antes era uno de mis motivos para no rendirme, pero esta vez ni siquiera.

Aquí está el capítulo 4 al fin, espero que lo disfruten. Parece que Yoh se quiere dejar cambiar y la terapia fue interesante, pero no todo va a ser bonito, no señor.

La diferencia de palabras, que no sé para qué las pongo pero bueno, es de 831. Hay bastante diálogo, más que en los otros capítulos, no sé qué más decir.

Gracias por la paciencia. Este va para Chris, Bifi, Valentina y Tenshiko, por supuesto.


Por cierto, gracias a mi mamá, la biológica, por leer la historia y por los consejos.

1 comentario:

  1. Genial, me encanto este cap mucho... tiene más dialogo, (ya lo dijiste xD) me gusta xD, me encanta cuando hay mucho dialogo xD
    Quiero que vuelvas a poner cada semana un cap nuevo, esta vez tardaste mucho, pero valió la espera. La psicologa si fastidia xD pero todo es por ellos xD

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