Caminaba a paso apresurado mientras bostezaba una y otra vez. No sabía en
realidad cómo sus pies se movían a tan distinto ritmo que el que tenía en su
cabeza. Ni siquiera recordaba tener las fuerzas para al final, luego de que
intentaran despertarlo por media hora, pararse, ducharse y vestirse.
Llegó casi a media noche a su casa, pero nadie le dijo nada al respecto.
Su hermana mayor lo interrogó un poco pero Yoh no tuvo ánimos de contestarle
así que desistió.
Se había encerrado en su cuarto a intentar dormir, pero por más que lo
intentó no pudo hacerlo.
Sentía una incomodidad por todo el cuerpo; cualquier
posición en la que trataba de conciliar el sueño le hacía sentir atrapado.
No podía olvidar todo lo que le había pasado en tan solo veinticuatro
horas, los sentimientos que leyó en la mirada de Akari, la sangre que no se
pudo quitar de su camisa y la noche tan calmada por la que caminó hacia su
hogar.
Todo había sido tan inesperado y aún había cosas que no comprendía, que
le tenían desconcertado.
Mientras se dirigía al instituto no podía evitar pensar en que quizás ese
era el inicio de algo que no podría evitar. Que la psicóloga tenía muchos más
planes con ellos que acompañarla una noche a su casa. Se lamentó por un momento
de haber seguido sus impulsos, ahora tenía más problemas de los que quería.
Por una parte se sentía muy fastidiado al tener que “hacerse cargo” de su
compañera de clases, no le veía sentido y no tenía el humor como para jugar a
ser papá o niñero, y mucho menos de alguien tan difícil como Akari, pero por
otro lado sentía algo extraño, quizás un poco culpable. Sentía cierta
curiosidad que no quería admitir por la vida de aquella chica. No paraba de
preguntarse el porqué de lo que hacía, de su trabajo, de su charla con el
excéntrico de Ren, del haberse querido suicidar.
Porque… ¿qué lleva a una persona a hacer eso? ¿Qué motivos tendría, como
le dijo el doctor, para querer matarse con tanta determinación?
Se sentía sorprendido también al ver tantas actitudes nuevas en Akari.
Siempre la vio como la chica fría y malhumorada que no le importaba lo que
dijeran los demás, que era más fuerte que eso. Nunca imaginó verla
derrumbándose así.
Llegó cansado al aula de clases intentando alejar esos pensamientos que
le perseguían desde el día anterior. Tocó la puerta y el profesor de Historia
lo recibió, no sin antes reprenderlo por la tardanza.
-Lo siento, el
perro se comió mi tarea- se excusó adormilado sentándose en su silla.
La clase
entera, o su mayoría, se rió por lo bajo.
-¿Qué tiene
que ver su tarea con su tardanza, señor Kimura?-
Yoh se dio
cuenta de lo que inconscientemente había dicho.
-Perdón señor,
me equivoqué de excusa-
Encogió los
hombros mientras sacaba sus útiles. La clase volvió a reírse.
-Muy gracioso,
señor Kimura.- el profesor suspiró y continuó con su charla. –Como les iba
diciendo antes de que su compañero interrumpiera, dentro de poco termina el
segundo año. Vienen las navidades pero eso no significa que deban descuidarse
en los estudios. El próximo año tendrán que estudiar mucho para aprobar los
exámenes de las universidades así que es mejor que se acostumbren y que el
estrés no los tome por sorpresa.
La clase
guardó silencio mientras meditaban en la universidad y lo que les faltaba para
entrar en ella.
-En vista de
que hay muchas personas que no toman en serio sus clases.- continuó mirando a
ciertos alumnos.- hemos llegado a la conclusión en el consejo de profesores, de
que hace falta reforzarlos a todos. Charlamos con la directora y aprobó este
actividad que creemos que les ayudará a mejorar su rendimiento.
-¡¿Qué es?!-
preguntó un impaciente desde su asiento.
-A todos
aquellos que tengan dos o más materias con baja nota se les asignará un tutor
de su misma clase que tenga todas sus asignaturas seguras.
Todos, sin
excepción, se quejaron. Akari torció la boca inconforme, sabía que algo malo
venía con eso.
-No voy a
cometer el pecado de dejarlos escoger a sus tutores ni viceversa, así que
mientras vaya nombrando las parejas, se juntan y toman mi hora para organizar
su plan.
-¿Nos
asignarán horas de tutorías o tendremos que sacarlas de nuestro tiempo para
vivir en libertad?
-Ambas,
señorita Matsumoto, ambas. Les asignaremos horas entre clases y los sábados
tendrán quereunirse. – todos comenzaron a comentar. –Obviamente no podremos
vigilarlos, pero los resultados finales perjudicará a ambos por igual, así que
es lo que les recomendamos. Asignaré las parejas y si tienen otra pregunta, no
duden en realizarla.
Comenzó a
nombrar a varios alumnos, emparejándolos con otros. A la mayoría del grupo de
Yoh le asignaron tutores, y él sabía que iba por el mismo camino. Le fastidiaba
mucho, sobretodo porque sabía de sobra quién le iba a enseñar.
-Kimura Yoh y
Matsumoto Akari, por favor júntense.
Ambos
suspiraron con fastidio. Era muy evidente que todo era obra de la psicóloga y
su extraño plan. Unieron sus mesas y se vieron fijamente.
-Por tu culpa
tengo unas ojeras enormes, ¿ves?- le señaló sus ojos y Akari roló los ojos.
–Bueno, escucha, voy pésimo en Matemáticas y en Física, y Química está
peligrando también. ¿Con qué quieres empezar?
La chica
suspiró resignada.
-Comencemos
con física, que es un poco más compleja.
-Perfecto, eh…
parece que nos tendremos que reunir el sábado y nos toca planear nosotros dónde.
En mi casa no se puede, los fines de semana hay mucha gente de la alta sociedad
haciendo tonterías.
-¡Pero si tu
casa es enorme!
-Sí, pero no
creo que quieras tener que relacionarte con ellos.
-No, en
realidad no. En mi casa será.
-¿Te parece
luego de almorzar?
-Será. A la
una nos veremos.
-Vale… ¿Cuándo
serán las horas entre clases?
-Me imagino
que luego nos darán un horario, da igual.
Akari cruzó
sus brazos sobre la mesa y apoyó su cabeza en ellos. Su día había comenzado mal
y en general estaba muy difícil.
Desde que
llegó no pudo evitar sentirse incómoda. Tanto alumnos como profesores
comentaban acerca de lo que había pasado.
“¿Por qué una persona tan inteligente como ella
haría algo tan desagradable como eso?” “Pensé que esa chica estaba cuerda”
“Se veía tan sana y tan fuerte” “¿Cómo se le ocurre hacer algo así?” “¡Qué
egoísta!”
Las crueles
frases de las personas a su alrededor la estaban atormentando. Nunca le importó
en realidad lo que pensaran acerca de ella y su acción, pero tampoco pensó que
viviría para soportarlo. Era muy distinto no darle importancia antes que
después.
¿Qué sabían
ellos de ella? Le daba mucha impotencia que la gente hablara de moralidades y
de ética sólo porque eran leyes naturales de la vida del hombre. Detestaba que
las personas no pensasen por ellas mismas y que sólo siguieran un patrón de
comportamiento impuesto por costumbres. Lo que había hecho tampoco era tan
malo, pues no afectaba a nadie. Nadie se preocuparía, no causaba problemas, a
nadie en realidad le importaba. Pero aún así la gente hablaba.
Hablaban y ni
se detenían a pensar en qué le estaría pasando como para hacerlo. Estaban
demasiado ocupados pensando en la acción y pasaban por alto los motivos.
Ella no se
arrepentía de querer morir, sólo se arrepentía de haberlo intentado. Si hubiese
sabido que la iban a detener no lo hubiese hecho. Su intención no era causar
lástima, ella quería de verdad morir.
Pero ahora
todo estaba arruinado, por mucho que sea un deseo cuesta mucho tomar la
decisión, reunir todo el valor para hacer algo así era bastante difícil. Tenía
que vivir viendo caras de asco y lástima, lo que siempre quiso evitar, y todo
por culpa de Yoh Kimura.
Le tenía mucho
rencor a esa persona. No la conocía, pero él había impedido que su sueño se
hiciera realidad, lo único que quería era morir y él lo evitó.
Mirarlo a los
ojos era agonizante y tener que pasar tiempo con él lo era aún más. Pero ese
era su castigo, su castigo por vivir.
Las clases
pasaron muy rápido para Akari, que había dejado de prestar atención a su alrededor
desde hacia mucho tiempo atrás. El timbre del almuerzo sonó y se levantó
mecánicamente para dirigirse a la cafetería.
Yoh tampoco
pudo prestarle atención a nada, había pasado un día muy bizarro y no podía
olvidarlo. Quizás se le pasaría en unos días, pero las imágenes no salían de su
mente.
También camino
hacia la cafetería, intentando concentrarse en cualquier otra cosa menos en
Akari, como por ejemplo, la comida. Se acercó a la barra para escoger sus
alimentos.
Había varias
cosas, suficientes como para que al menos existiesen tres platos distintos.
Tomó un poco de puré de patatas, algo de carne y una ensalada que se veía
apetitosa. Faltaba la fruta y la bebida, junto con los cubiertos y servilletas
pero la cola se había detenido. Movió un poco su cabeza para ver qué obstruía
el paso de los otros estudiantes y vio a quien menos quería ver.
Akari parecía
estar muy concentrada en una discusión encabezada por sí misma con la señora
que le servía.
-Sé que está
preocupada por mi salud mental y por eso quiere llenarme de comida. Ha estado
sirviéndome cosas que no quiero comer y a grandes porciones y no le he dicho nada. Entiendo que según su
filosofía esa sea su forma de “curarme”, pero aún no he dominado muy bien el
arte de alternar perfectamente la bebida con los sólidos. Así que solamente le
pido que, por favor, ya que me está llenando de tantas cosas, tenga un poco de
piedad y me obsequie otro vaso de jugo, para poder de alguna forma pasar tanta
cantidad de alimentos.
Yoh no pudo
evitar reírse desde donde estaba. Esa chica estaba loca.
Vio como la
señora que al parecer no quería darle otro vaso de jugo se lo colocó en la
bandeja con mala gana.
-¡Muchísimas
gracias, señorita! Se lo agradeceré por siempre con toda mi alma; con permiso.
Yoh roló los
ojos divertido. Le hacía mucha gracia ver a Akari tratando de afrontar la
lástima de su alrededor con ironía y respuestas inteligentes.
Realmente ella
destacaba de entre los demás por muchas razones. Se puso a detallarla y notó
una de ellas…
Ningún otro
alumno en toda la institución tenía otro uniforme que no fuese el de invierno,
excepto Akari.
Sintió de
nuevo la culpabilidad retorcerse en su estómago. Estaba consciente de que él no
tenía nada que ver con el robo de aquel uniforme, pero estaba allí, pudo
evitarlo y no lo hizo. Así como en muchas otras ocasiones, que veía injusticias
y las dejaba pasar. Nunca le importó realmente pero ahora veía qué
consecuencias podía traer.
No creía que
el acoso fuera la mera razón de Akari para querer suicidarse, pero estaba muy
seguro de que era un factor que ayudaba bastante.
Tenía que
soportar el frío que hacía por allí y eso era bastante molesto.
Se sentó a
comer con su grupo y desde su lugar la podía ver perfectamente. Eso le hacía
sentir mucha más culpabilidad, verla de frente con el uniforme de verano.
¿Realmente no tenía dinero para comprarse otro?
A Akari se le
agotaron las servilletas y necesitaba limpiarse. Pensó en acercarse a la barra
a pedir una, pero no quería entablar otra discusión con las señoras esta vez
sobre la higiene. Colocó su bolso en la mesa que no compartía con nadie y
comenzó a buscar por si tenía alguna.
En vez de la
servilleta, consiguió una carta que no recordaba haber puesto allí.
La abrió y
leyó su contenido:
“Tenemos que hablar, Akari. Por favor encontrémonos
el sábado a las siete de la noche en el parque Nobu-Nobu.
Te quiere, Ren”
Frunció el
ceño y arrugó el papel. Lo colocó en la bandeja y, cuando terminó de comer, lo
botó junto al resto de desperdicios.
Sabía que algo
así pasaría, que Ren sentiría lástima e intentaría hablarle. Que le
cuestionaría lo que hizo y que le pediría perdón. Pero no lo iba a perdonar, no
iba a hablarle si quiera. Su orgullo era demasiado grande como para doblegarse
así de fácil.
Entró al aula
a esperar por la próxima clase. Se sentó en su pupitre y no tuvo tiempo ni de
acomodarse cuando un paquete cayó sobre su mesa.
-¿Qué es est…?
-Es un
uniforme de invierno, por lo del poste…
Yoh le
contestó mientras se dirigía a su puesto.
-¿Qué te hace
pensar que lo voy a aceptar? No sé lo que te propones, pero no voy a caer en
tus jueguitos ni aceptar caridad de alguien como tú, así que regresa esto, por
favor.
-No seas
malcriada y acéptalo.- el chico se dio la vuelta. –Te “quitamos” tu uniforme y
ahora te lo devuelvo, punto. No hay razones escondidas ni malas intenciones, eres
una paranoica.
Se terminó de
marchar y dejó a Akari sin saber qué hacer.
Si lo aceptaba
estaba más que segura de que iba a caer en su extraña trampa, pero por cierto
lado le estaba regalando algo que necesitaba y que él mismo había dañado antes,
así que era justo.
Abrió el
paquete, sacó las prendas y comenzó a inspeccionarlas con cuidado y celo,
buscando algún chinche, veneno, polvo o sustancia extraña.
Yoh desde su
puesto la vio buscar muy detalladamente por algo malo. No tenía remedio.
La profesora
de literatura ingresó el aula y no le dio tiempo a Akari de terminar su
investigación. Apartó el misterioso regalo y le abrió espacio a sus cuadernos
para tomar los apuntes de la clase.
Yoh pensó que
ya lo había aceptado y sintió que no fue tan difícil como lo esperaba, sin
embargo se dio cuenta de lo equivocado que estaba cuando, ya al final de todas
las clases, Akari se acercó con el uniforme antes de irse.
Lo tiró en su
mesa con rabia y lo miró fijamente a los ojos.
-Si estás
comenzando a sentirte culpable y quieres sentirte mejor, anda y hazlo con otra
persona, pero no vengas egoístamente a tratar de reparar todo lo que me han
hecho tan solo para quitarte el peso moral que sientes en tus hombros. Eso es
caer más bajo aún, así que no pretendas que crea que estás arrepentido y que te
importa que pase frío.
Sin decir otra
palabra se marchó muy enojada y Yoh quedó perplejo.
Meditó en lo
que le dijo y quizás tenía razón. Quizás no sentía pena o culpabilidad, quizás
lo que sentía en el estómago era un cargo de consciencia y en realidad no había
hecho nada por ella sino por él mismo.
Había sido un
egoísta y no le molestaba, agradecía en cierta parte poder darse cuenta, pero
la sensación no se quitó, se volvió más fuerte aún.
Llegó a su
casa y comenzó a hacer un ensayo para historia que debía entregar el viernes.
No era tan difícil y escribir era lo suyo. Se tardó algo investigando pero el
resto fue pan comido.
Decidió
acostarse para tomar una siesta y recuperar el sueño que no pudo conciliar la
pasada noche. Se quedó dormido tras contar algunas ovejas, pero no duró mucho.
A las nueve de
la noche se despertó inquieto. Como cuando no tienes pesadillas pero algo
extraño pasa. Intentó dormir de nuevo pero no pudo.
Sentía algo
extraño dentro de él; esa sensación de que debes hacer algo y no sabes porqué.
Retorció su
cuerpo entre las sábanas con violencia. Quería dormir pero la inquietud no lo
dejaba en paz. Se sentó en su cama y
comenzó a morderse las uñas con impaciencia. Movía frenéticamente su pierna
intentando calmarse, pero por más que lo intentaba no podía lograrlo.
Se levantó muy
frustrado y se vistió para salir.
No quería y
tampoco tenía que hacerlo y sin embargo estaba caminando hacia allá. Nadie,
como siempre, le dijo nada por salir en la noche, aunque hubiese preferido que
alguien lo detuviera.
¿Qué haría
cuando llegara? ¿Qué le iba a decir, si él mismo no sabía porqué había ido?
Revolvió su
cabello intentando no pensar.
Al llegar miró
por una de las ventanas y comprobó que aún estaba allí. Sin saber qué hacer, se
sentó afuera, junto a la puerta, a esperar. Puso sus brazos sobre sus rodillas
y allí escondió su cabeza. Pasaron varios minutos.
-Disculpa,
¿necesitas algo?- le preguntó una chica con el mismo uniforme que utilizaba
Akari.
Yoh volteó su
cabeza para mirarla.
-No gracias.
Devolvió su
cabeza a donde estaba. Mitsuki, quien reconoció al chico, entró al local
rápidamente.
-¡Akariiiii~!-
llamó la chica.
-¿Qué pasa? No
grites…-contestó la aludida.
-Es que afuera
está tu novio.- Akari le miró desconcertada. –El chico lindo que te esperó el
otro día.
-¿Yoh? ¿Qué
hace él ahí?- se preguntó a sí misma. -Cúbreme- le pidió a su compañera antes
de salir para que el jefe no notara su ausencia. Mitsuki asintió mirando hacia los
lados.
Y en efecto,
ahí estaba, agachado en el piso prácticamente dormido.
-¿Qué haces
aquí?
Este notó su
presencia y descubrió su rostro adormilado.
-Ni yo sé- se
cubrió con la mano la boca y bostezó –No podía dormir y vine, perdón si
molesto. Esperare aquí.
Akari no daba
crédito a lo que oía.
-¿Por qué no
mejor te devuelves? Pareces un muerto.
El negó con la
cabeza.
-Te acompañaré
a casa.- dijo mientras volvía a recostarse en sus brazos. –Sigue trabajando,
pero apresúrate, tengo sueño.
Akari no sabía
qué decir así que entró. A los minutos salió cambiada.
-Vamos- le
ordenó.
Yoh levantó su
cabeza sobresaltado, se había quedado dormido.
-¿Te
interrumpí?
-No te
preocupes, estábamos por cerrar de todas formas.
-Ya…- murmuró.
Hubo un
intenso y largo momento de silencio.
-¿Por qué me
estás acompañando? No te dejé claro que…
-No es eso.
-Claro.
-No sé qué es,
pero no es eso.
-Kimura, por
favor detén esto, ¿sí?
-¿Qué cosa?
-Esto, tu
juego. La psicóloga no te mandó a acompañarme, no es tu obligación y no obtienes
ningún beneficio. Sea lo que sea que planees, te pido que pares.
-Pero no estoy
planeando nada. No sé en realidad ni qué estoy haciendo.
-Ya te lo
dije, sientes remordimiento y piensas que para dejar de sentirlo, tienes que
hacer cosas por mí. Por favor intenta otra cosa, no me molestes a mí.
Ambos se
quedaron callados y siguieron caminando.
-¿Y qué si de
verdad estoy arrepentido, si te quiero pedir disculpas por todas aquellas cosas
que nunca tuve el valor de detener?- preguntó de repente.
Akari meditó
antes de responder.
-Si es así,
entonces no aceptaría tus disculpas.
El silencio se
apoderó del ambiente de nuevo por varios minutos.
-¿Por qué eres
tan rencorosa?
-Porque sí,
porque me cansé de perdonar en vano y para serte sincera no confío en ti, ni en
nadie. Deja de intentarlo ya.
Yoh consideró
lo que decía la chica, pero si dejaba de insistir estaría dándole base a tus
teorías, y no tenía intenciones de hacerlo.
-De todas
formas ya compré el bendito uniforme, así que cuando te ablandes un poco y
estés dispuesta a aceptarlo me avisas.
-Espera
sentado.
-Tsk, eres
imposible.
-Gracias.
Siguieron
caminando hasta llegar a la pequeña casa de Akari.
-Buenas
noches.
Yoh casi podía
asegurar que aquella era la primera vez que la chica le saludaba o despedía
como una persona normal.
-Hasta mañana.
Esperó a que ella cerrara
la puerta y caminó hacia su hogar. Cada vez sentía más ganas de compensarle un
poco a Akari aquellos malos momentos que, de una forma u otra, son su culpa.
___________________________
Ah, lamento la tardanza. Ya arreglé en mi cabeza el hueco que había en la historia y ya todo está bien. Gracias a Fanny por su ayuda y a todos los que se acuerdan por esperar pacientemente.
No sé si se está notando pero mientras más pasan los capítulos, más cambios hay. En el primero aún habían cosas iguales, en el segundo menos y en este, pues menos aún. Ya llegará un punto en la historia en el que todo será diferente, aunque conservaré el mismo final pero eso aún no está escrito.
Akari no acepta el uniforme y estoy orgullosa de eso. Las cosas ya no serán tan fáciles para Yoh. Aún así de aquí hasta que Yoh descubra cosas de Akari, no hablaré de como se siente, porque supuestamente ustedes aún no saben de su vida, ¿no? Poco a poco si entraré en los pensamientos de ella, claro que sí.
Este capítulo tiene 1013 palabras más que el original. No tantas como el dos, pero si bastantes. El quinto capítulo es el único que lo ha superado por ahora.
Ya continuaré la historia como antes, cada jueves a no ser que ocurra algo y si eso pasa, avisaré. Gracias por leer y espero que estén de acuerdo con los cambios, a mí me gustan. Si hay algo que no les cuadra pueden decirmelo y lo pensaré o intentaré explicarme más.
Nota de la imagen: Bueno, parece alguien esperando ¿no? Tiene como un regalo pero no encontré otra cosa, esta me gustó. Recuerden que las imágenes son aproximaciones, yo no sé dibujar ni colorear ni nada así que algo tengo que buscar.
Me gustó este capítulo más que los otros dos, no se porque xD.
ResponderEliminarEn cuanto a los cambios, no recuerdo ya mucho lahistoria original, no note cuales fueron los cambios.
Epero el proximo capítulo :D
P.S: Me gustarón mucho los dialogos :D
ResponderEliminarlos disfrute realmente
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEspero el proximo
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