jueves, 3 de noviembre de 2011

Capítulo 2: "Shigoto" (Trabajo)


-¿Estás segura de esto? No es que cuestione sus métodos, pero estoy algo preocupada.

-Ni yo misma estoy segura en realidad.- respondió con sinceridad.

La directora se asombro y con el ceño fruncido se preparó para reprenderla, sin embargo Azumi la interrumpió.

-Confíe en mí, no perdemos nada con intentarlo. Mi sexto sentido de psicóloga me dice que funcionará. De todas formas, está bajo mi responsabilidad cualquier efecto negativo que dudo mucho que este experimento tenga; es mi trabajo.

-Espero que sea cierto lo que dices. –suspiró aún no muy convencida.- De todas formas, ¿cómo se te ocurrió algo así? ¿Por qué con él? Si solo le íbamos a dar las gracias por tomarse el tiempo de acompañar a Hisao al hospital.

-Al principio no sabía muy bien qué hacer, pero cuando me mandaron a buscar sus cosas y leí lo que ese chico escribe, la idea vino a mi cabeza.

-¿Es así de bueno?

-No es lo bueno que sea, son las cosas que escribe. No es la persona que parece ser y sé que Akari podrá cambiarlo, así como él a ella.

-Estás apostando mucho por esos resultados, Azumi.

-Lo sé.- dijo con una radiante y misteriosa sonrisa.- Lo sé pero mi deber es intentarlo.



-¿Por qué tengo que hacer esto? No cuido ni a mi hermanita de cinco años y ahora tengo que…

-¡No tienes que hacerlo! Simplemente date la vuelta y vete a tu casa. Es sencillo, hasta tú lo puedes hacer.- interrumpió Akari.

-No, no puedo. Si te dejo sola te vas a suicidar y eso pesará en mi consciencia. Ahora eres mía y el amo debe proteger a su mascota.

-¡Yo no soy ninguna mascota tuya, idiota! Te está gustando todo esto, ¿no?- exhaló sonriendo irónicamente. –Si me intento suicidar de nuevo y tengo éxito no es tu problema.

-Me sentiría culpable…

-Por Kami-sama, Yoh. No te sentiste culpable por todas las maldades que me han hecho y te vas a sentir mal si me muero, no me jodas- le dijo sin dejar de mirar hacia el frente.

-¿Qué maldades? Yo a ti no te he hecho nada, loca- preguntó intentando recordar si alguna vez se había metido con ella, en vano.

-No te hagas el santo, niño lindo, no ahora- dijo murmurando lo último mientras rolaba los ojos. –Y por favor, deja de seguirme- le pidió alterada.

Yoh la había estado siguiendo desde que dejaron la dirección y, a pesar del frío que hacía, de que no llevaba puesta su camisa pues se había manchado de sangre y de que lo único lo cubría era su chaqueta para el invierno, no parecía tener intenciones de dejar de hacerlo.

La psicóloga les había dejado muy claro las obligaciones que tenían. Él debía acompañarla a ella hasta la puerta de su casa y ella tenía que dejarse. Lo que aún no le quedaba claro a ninguno de los dos era aquel extraño juego del dueño y la vida. Entendían la metáfora de que Akari no quería más su vida e Yoh evitó que se suicidara, pero no comprendían lo que pretendía obtener con eso. Yoh no podía vivir por Akari y ella tampoco iba a hacer lo que él le dijera. Por ahora tenían que limitarse a hacer lo que la psicóloga les pidiera, porque era autoridad y porque la desobediencia, según la directora, repercutía en las calificaciones y el rendimiento académico.

-Solo te acompañaré a casa, no seas… ¡Espera! ¿No vivías por el otro lado?- preguntó al darse cuenta de que iban en sentido contrario a la dirección que la psicóloga le había dado.

-No voy a casa.

-¿Te vas a fugar? ¡Qué dirán tus padres! ¿Y a dónde piensas ir? ¡Espera!- pero Akari no respondió ni se detuvo, sino aceleró el paso. Yoh no tuvo otra opción que seguirla.

Tenía la posibilidad de simplemente marcharse y dejarla a su suerte, de todas formas nadie los estaba viendo y Akari tampoco deseaba mucho su compañía. Sin embargo aunque no lo quisiese admitir, sentía algo de curiosidad, y si la psicóloga se enteraba de que no había cumplido con su “trabajo”  tendría problemas, y no quería lidiar con ellos.

Si sólo la acompañaba esta vez no pasaba nada; además, ¿a dónde rayos podría ir una persona que acaba de intentar suicidarse?

Quizás a donde algún amigo o amiga con quien quisiese pasar el día luego de su intento fallido, aunque no tenía cara de ser amigable. También podría ir a la estación de tren para tirarse a los rieles y continuar con sus planes, sin embargo quedaba más cerca si se iba por la dirección contraria, así que descartado. Podría también ir a un bar a desahogar las penas con alcohol, pues a pesar de que normalmente las personas con buenas notas no lo hacen, uno nunca sabe.

Caminaron por mucho tiempo y a Yoh se le agotaban las posibilidades. La paciencia, igualmente iba por el mismo camino.

-Ya está bueno, en serio, ¿me puedes decir a dónde rayos vas?

Tenía intenciones de no dejarla continuar, pero ella solo giró a su derecha sin siquiera verlo.

-A trabajar.- contestó y esperó a que la calle estuviese libre para poder cruzar.

-¿Trabajar?

-Sí, yo trabajo, pero gracias a ti llego tarde.

Dejaron de pasar los autos y ella cruzó.

-Tsk, si no fuese por mí no hubieses llegado.- se dijo para sí mismo.

¿Cómo no se le había ocurrido que Akari pudiese trabajar? Muchos chicos de su edad lo hacían para divertirse, para poder comprarse sus cosas o para ayudar a la familia. Quizás su madre estaba muy enferma y tenía ocho hermanos y la economía dependía de ella, pero no pudo soportar más la presión e incoherentemente se intentó matar… quizás no.

Vio como Akari pasaba por las puertas de un café donde brillaba un gran cartel con la palabra “Aozora”. Afuera destacaba un letrero acrílico.

-“Bienvenidos. Hoy: Neko-latte”- leyó Yoh. –Así que trabaja en un café temático… Curioso.

Se rió solo con la sola idea de ver a Akari con orejas y una cola de gato. Sería muy divertido.

Entró luego de detallar el exterior y se detuvo en la puerta a admirar el local.

Era lo suficientemente grande como para que entraran al menos quince mesas redondas, y se podían encontrar todo tipo de personas. La decoración también era muy variada, pero los colores que más destacaban eran lila y negro. Las sillas y mesas eran blancas y en los centros de cada una de estas últimas había una rosa de distinto color. A juego con el color de la flor, una cinta adornaba las sillas dándole un toque más cálido.

Parecía un café no tan popular, pero con clientela constante. Los trabajadores entregaban las órdenes en patines, y, por lo que Yoh pudo deducir, cada día o semana le agregaban un detalle específico al uniforme según el tema general del café.

Akari había entrado apresuradamente hacia el área del personal, cubriendo la venda con su mano. Yoh se sentó en una mesa pensando en porqué la chica había de trabajar.
La pelinegra se sentó en un banco en los vestidores de mujeres luego de sacar su uniforme de trabajo de su casillero. Se desabotonó la camisa lentamente. No debería estar haciendo eso.

No debería estar jugando con esos botones, no debería estar sentada allí. Ni siquiera debería estar pensando, ni respirando, ni sintiendo eso que sentía.

Debía estar muerta, en una caja en alguna funeraria, rodeada de personas que no la conocían siquiera pero que la miraban yacer allí, pálida. Debía estar en un carro camino a un cementerio con ningún otro vehículo siguiéndola. Quizás ya debería estar más abajo, con la tierra cayéndole encima. No allí, con su corazón latiendo, con la sangre corriendo por sus venas, con sus pulmones recibiendo aire.

Era muy fuerte esa sensación de desesperación que sentía en todo su ser. Se acumulaba y soltaba por todo su cuerpo.

Apoyó sus codos en sus piernas y se sujetó la cabeza. ¿Por qué tuvo que aparecer él? ¿Por qué no pudo lograrlo, si todo iba tan perfecto? ¿Por qué no murió?

Sus ojos se enrojecieron y le comenzó a arder la garganta, se sentía tan frustrada y extraña. ¿Qué haría ahora? ¿Lo volvería a intentar? No lo sabía. No sabía si volvería a juntar toda aquella determinación y motivación como lo hizo. No sentía ya ganas ni de intentarlo, pero algo debía hacer.
Respiró profundo y exhaló fuerte para calmarse, pero aquel suspiro le hizo sentir peor. ¿Por qué seguía viviendo?

La puerta abrió de golpe y Akari se sobresaltó violentamente. Una chica un poco más grande que ella, de cabellos rubios y ojos azules había entrado a los vestidores.

-¡Lo siento, Akari-chan! No sabía que no te habías terminado de cambiar…

-N-no te preocupes, Mitsuki.

Akari estaba intentando recuperarse del susto y no se dio cuenta de que sus brazos estaban descubiertos.

Mitsuki miró la venda de su muñeca y no pudo evitar hacerlo fijamente. Luego vio a Akari a los ojos y abrió la boca sin soltar una palabra. No estaba segura, pero por la expresión que tenía ella en el rostro podía imaginarse lo que había intentado hacer.

Akari se dio cuenta e intentó disimular. Se quitó la camisa de golpe y se puso el vestido del trabajo.

-Llamaron de tu instituto para avisar que llegabas un poco tarde, ¿todo bien?

Akari sonrió e intentó ser lo más natural posible.

-Sí, todo bien. Tenía un pequeño asunto qué terminar y se me fue el tiempo.

-Claro…-Mitsuki también intentó actuar tranquila. –Bueno, termínate de vestir y nos vemos afuera.

Le guiño el ojo y salió.

Akari cerró los ojos y apretó los labios en un suspiro cuando la puerta cerró. Sabía que lo que venía no iba a ser bueno.

Yoh vio que Akari salía del área del personal con un vestido Lolita lila con blanco, las orejas y la cola que se había imaginado, unos patines y una libreta; todas las demás camareras también tenían el mismo uniforme. Se comenzó a reír desde la mesa en la que se había sentado por lo diferente que se veía Akari. Sin embargo, su diversión se tornó curiosidad cuando un chico se le acercó a ella.

-¿Qué es esto?- le preguntó el chico a Akari bajando la manga de su vestido para descubrir su muñeca. Más que como regaño, lo hizo con preocupación y miedo.

Su cabello era de un rubio un poco más oscuro que el de Mitsuki, y sus ojos igualmente eran azules.

-No te importa.

-¡Claro que me importa!

Yoh no podía escuchar nada, pero desde donde estaba notó que la mirada del chico se llenaba de lágrimas. Ninguna caía.

-No, en realidad no te importa.

Akari hizo el ademán de irse pero el rubio la tomó del brazo y la hizo voltear de nuevo.

-¿Intentaste matarte?- le preguntó viéndola a los ojos.

Akari sintió su mirada intensa y se le acabaron las palabras. De nuevo la desesperación se apoderó de sus acciones y por más que pensaba no sabía qué contestar. Su labio inferior comenzó a temblar y Yoh, desde su mesa, pensó que iba a llorar.

-¿Por qué…?

-¿Por qué tú crees?- le interrumpió.

El rubio supo que su pregunta no era más que la respuesta a lo que no le dejó terminar de formular.
Akari suspiró e intentó alejar el sentimiento que crecía dentro de ella. Soltó su brazo de la mano del chico, que había relajado el agarre. Se dio la vuelta y patinó hacia Yoh, dejando a su compañero de trabajo parado mirando al suelo.

-¿Tu novio?- le preguntó el pelinegro cuando Akari llegó a su mesa.

-No.

-¿Mejor amigo?, ¿Amigo cercano?

-No.

-Pero te gusta.

-No.

A Yoh le gustó fastidiarla, sobre todo porque tenía ese traje puesto, se veía menos insoportable que en el instituto.

Akari se sentía frustrada. Yoh le colmaba la paciencia. Le molestaba que le preguntara esas cosas que realmente a él no le importa, le molestaba que estuviera allí, que tuviera que acompañarla a su casa, que respirara el mismo aire que ella no debía estar respirando.

Lo miró con rabia sin molestarse en ocultarlo.

-Eres bastante fuerte- soltó Yoh más para sí que para ella.- y mentirosa también.

 Akari suspiró cansada tratando de no llegar al límite.

-Será mejor que te vayas, como ves, aún no voy a casa- cambió el tema.

-No puedo irme a mi casa hasta dejarte a ti en la tuya.

-Pues entonces será mejor que ordenes algo, porque de aquí no salgo hasta las diez de la noche.

-Bien, ¿qué tienes de bebida?

Akari frunció el ceño. Por más que lo intentara parecía que no se podía deshacer de él. ¿La iba a esperar en realidad hasta las diez?

Suspiró de nuevo y sacó el bolígrafo de los espirales de la libreta.

-Tenemos té, limonada, chocolate, café, batidos y jugos de frutas -contestó mecánicamente, resignada a alejarlo de allí.

-Un café, por favor- Pidió entretenido, la chica anotó el pedido y se marchó.

Yoh reposó su cabeza sobre su mano mientras esperaba su café.

Segundo después de que Akari se marchara, se sentó frente a él el chico rubio que había visto antes con la pelinegra.

-Hola, soy Ren.- se presentó con una leve reverencia.

Yoh confundido también agachó la cabeza por educación.

-Eh… Hola…

-Lamento llegar así de golpe, pero…- Ren parecía muy nervioso.- ¿Conoces a Akari?

-Algo así.

-Ya veo… Entraste con ella, ¿no? ¿Qué tipo de relación tienen?

-Ninguna en específico.

Yoh se sintió un poco acosado.

-¿En serio? ¿Ninguna? ¿No son amigos, o están saliendo?

Yoh no pudo evitar reírse.

-No, nada de eso. No podría soportarlo.- se siguió riendo, la mera idea le parecía tan descabellada.

-Vale…- miró hacia abajo pensando qué decir. –Intento suicidarse, ¿verdad?

Yoh asintió.

-¿Y qué pasó? Es decir… ¿cómo ocurrió? ¿Va a estar bien?

-Te aseguro que no sé más que tú acerca de ella o de su futura seguridad. Ella simplemente subió al techo, se cortó las venas e intentó lanzarse del quinto piso del instituto. Lamentablemente yo estaba allí y la atrapé antes de que lograra separarse de la baranda.- le relató aburrido. -… ¡Y de verdad lo siento mucho! Te juro que no lo vuelvo a hacer…

Se disculpó rápidamente antes de que también le reclamara por haberle quitado a Akari su derecho de escoger cuándo morir, pero Ren lo miró confundido. Decidió ignorar el último comentario de Yoh.

-Así que eso pasó. Muchas gracias.- Yoh se sintió al fin no juzgado por su impulso. -¿Pero qué haces aquí? Si no son amigos y… bueno.

-Es una larga historia, pero en resumen la tengo que acompañar a su casa.- le contestó un poco cortado.- Y disculpa mi mala educación eh… Ren, pero me siento algo incómodo respondiéndote estas cosas.

-¡Ah! Disculpa la molestia, de verdad.

-No, no te preocupes.

Ambos se quedaron en silencio por unos segundos, hasta que Ren pareció acordarse de algo.

-¿Qué intenciones tienes con ella?- lo miró a los ojos muy fijamente y Yoh se asustó.

-¡Ninguna! Lo juro, solo soy el desafortunado estúpido que evitó que esa loca se matara, de verdad.

-Vale, vale, entonces no te fastidio más.- Ren lo miró con desconfianza.- Hasta luego, gracias por tu amabilidad.

-Gracias a ti por la tuya.- respondió por lo bajo.

Apenas el rubio se marchó llegó a Akari, sin dejarle tiempo a Yoh para analizar lo que acababa de pasar. Estaba muy desconcertado por la reacción de Ren.

La pelinegra puso el café delante de él.

-Aquí tienes.- le dijo de mala gana.- ¿Qué te dijo?

Yoh notó cómo intentaba ocultar la curiosidad en vano.

-Nada en especial.

-Ok…

-Le falta azúcar.- le dijo señalando el café con una media sonrisa luego de haberlo probado.

Akari le lanzó una mirada asesina.

-Jódete.

-¡Respeta a tus clientes!

Akari se dio la vuelta y se marchó a atender a otra mesa.

Yoh no tuvo otra opción que llamar a otra de las camareras para que le dieran un poco de azúcar.

Mientras se lo bebía se puso a analizar la tienda, concretamente a Akari y cómo patinaba. Le interesó mucho cómo dominaba el escenario, pasando mesa entre mesa con bandejas llenas de platos, vasos y demás. Lo manejaba muy bien y de paso una que otras veces hacía una pirueta para pasar junto a otros compañeros cuando no había más espacio.

Sacó de su bolso su cuaderno para escribir. A veces le venían metáforas interesantes sobre las cosas que veía, y las formas que realizaban los patines de Akari le encendieron el interruptor que todo escritor y compositor tiene, pero que la mayoría no puede prender por sí mismo.

Se concentró en el papel y se dejó llevar, escribiendo sobre las huellas de las ruedas sobre el suelo y la importancia de la vida en relación a la muerte.

Comenzó a morder la uña del dedo pulgar de su mano izquierda mientras la derecha se movía sin cansarse sobre el cuaderno. El recuerdo de la sangre en su camisa y de las inyecciones en el hospital le abrió más la mente. No podía parar de escribir pensamientos aleatorios, sin relación el uno con el otro pero al fin y al cabo sobre lo mismo. La muerte. La vida. El suicidio…

Cuando Yoh escribía no se daba cuenta del tiempo ni de lo que pasaba a su alrededor, por eso no notó cómo la cantidad de personas iba disminuyendo, como los empleados limpiaban las mesas y como ya todos estaban cambiados.

-Yoh… Yoh… ¡Kimura, despierta!- Akari movía al mencionado por el hombro pero no le respondía. -¡Kimura!- le dio un manotazo en la cabeza y pareció salir de su trance, cerrando de golpe el cuaderno.

-¡Auch!

-No me respondías… Ya vamos a cerrar, tienes que pagar el café.

Yoh sacó de su billetera el dinero y se lo dio a Akari, quien se dirigió a la caja y en unos segundos volvió.

-Vamos…

Yoh se levantó y estiró su cuerpo. Metió su cuaderno y su lápiz en el bolso y siguió a Akari hacia la salida.

El resto de los empleados, junto al dueño, salieron y cerraron el local. Con una reverencia Akari se despidió de ellos y emprendió su camino a casa, con Yoh como escolta.

-¿Qué hora es?- bostezó.

-Son las diez y media.

-¡Tengo sueño!- protestó.

-Pues vete a tu casa y déjame en paz.

-No puedo, tengo que llevar a la señorita a su casa.

-Eres como un piojo…- se comenzó a quejar Akari mientras abrazaba sus brazos desnudos.

-¿Tienes frío?- ella no respondió pero se frotó los brazos con las manos. –Yo también tengo frío, pues no tengo camisa porque ALGUIEN la llenó con su sangre.

-Haberlo pensado antes.

Yoh no le tomó importancia a lo que dijo.

-Aunque tú tienes menos ropa que yo, ¿qué pasó con tu uniforme de invierno?

Akari bufó y aceleró el paso. Sentía que se estaba burlando de ella.

-Si eres bipolar, solo fue una pregunta. No es normal que uses el uniforme de primavera y te sometas tú misma a este horrible frío. – le dijo mientras caminaba más rápido para alcanzarla.

-Oh sí, ahora es mi culpa.-ironizó.

-¿Pero qué fue lo que pasó?

-¡Como si no lo supieras!- exclamó furiosa; ¡ahora se hacía el inocente!

-¿Cómo se supone que voy a saber?- preguntó Yoh exaltado. La chica rió amarga.

-Claro, son tantas cosas que seguro te olvidaste. ¿No recuerdas cuando tú y tus amiguitos me lo quitaron mientras estábamos en Educación Física y lo guindaron en lo alto de un poste? Ese día llovió y cuando lo logré bajar, yo sola como siempre, estaba hecho mierda.- Yoh parecía meditar mientras ella le recordaba. -¿Te refresqué ya la memoria?

Por más que Yoh lo intentaba, no podía recordar haber hecho algo así. De pronto un vago recuerdo pasó por su mente en el cual las personas con las que él pasaba su tiempo robaban un uniforme. No se acordó de más ya que cuando lo iban a colgar, él la se había ido.

-¡Ah! Ese uniforme…

-Tsk

Akari se estaba exasperando.

-Entonces era tuyo… Lo siento.

-¡¿Lo siento?!- preguntó incrédula y muy molesta. -¿Qué coño quieres de mí, Kimura?

Indignada se detuvo y volteó hacia él, que también paró sorprendido al verla así de atacada.

Ella estaba muy molesta. No podía creer que alguien como él, que formaba parte de quienes ayudaron a arruinar su vida, le había hecho eso. Él la había detenido y ahora no lo quería ni ver. Estar cerca de él le hacía recordar lo desafortunada que era, que hasta había fallado en algo tan sencillo. No lo quería ver pero él estaba tras de ella, cumpliendo con una tarea que nadie nunca podría confirmar si realizó y de paso, pidiendo disculpas por una de las tantas bromas pesadas que él y sus amigos le hicieron.

Yoh no dijo nada porque no se esperaba esa reacción. La rabia en la mirada de Akari no la había visto nunca antes en otros ojos.

Vio como comenzaba a caminar de nuevo y la siguió en silencio. El ambiente estaba muy tenso así que se retuvo de hacer algún otro comentario.

No recordaba mucho el incidente del uniforme, pero si recordó que Akari era una de las “fichadas” con quien los niños ricos de su clase se divertían.

Él siempre estaba con ellos, por eso era muy fácil que lo relacionaran con cualquier estupidez que hacían. Nunca le importó en realidad si lo hacían o no, pero esta vez realmente se sintió culpable. No sabía que el efecto que aquellas maldades que presenciaba era tal como para poner a alguien así, en ese estado.

En el rato que estuvieron caminando pensó en todas aquellas cosas que quizás le había hecho y no sabía, mientras ella pensaba en los oscuros y crueles motivos por los cuales Yoh seguía las órdenes de la psicóloga tan al pié de la letra.

Del café hasta la casa de Akari fueron alrededor de quince minutos. Llegaron a una casa no tan grande en una zona lejana a las estaciones de tren.

-Así que esta es tu casa.

Akari no le contestó, sacó las llaves y abrió la puerta.

-Buenas noches…- se despidió Yoh al ver que Akari entraba, pero por respuesta solo obtuvo un portazo.

-Mal educada…- murmuró Yoh y se dispuso a caminar hasta su casa.

Pudo haber caminado unas cuadras y haber tomado el bus, pero le gustaba más ir a pié, sobre todo a esas horas. Todo era más callado y misterioso y quizás encontraba algún detalle interesante en el camino que le encendiera el interruptor.

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¡Hola a todos! Espero que hayan tenido una excelente semana, porque particularmente yo no lo hice. A excepción de un excelente fin de semana, he pasado el resto de los días en un médico, haciendo exámenes y comprando medicamentos. 

Pero no estamos aquí por eso, no. Hablemos de este segundo capítulo, que es hasta ahora el que más largo me ha quedado (el quinto va por el mismo camino). Como leyeron, la introducción al capítulo está más larga, hay más diálogos, Akari ya no trabaja en un bar sino en un café temático, no sale a la madrugada, Mitsuki se da cuenta de la herida de Akari y, espero que haya quedado claro, se lo dice a Ren y bueno, en general está más largo. 

Espero que también hayan notado que Akari no le abre los brazos a su vida así de fácil, hasta le tira la puerta en la cara y todo. 

La diferencia de palabras entre la antigua versión del capítulos y esta es de 2088 palabras aproximadamente. Un avance viniendo de mí, en realidad. Otro detalle no tan importante pero que me causó un susto espantoso es que la edición de este capítulo (no completa) se me había perdido. Fue un drama total pero al día siguiente lo encontré. Si se hubiese perdido totalmente, no hubiese tenido las ganas (otra vez) de volver a editar.

Le dedico este capítulo a Valentina, que insiste en que nos olvidamos de ella. A pesar de que estoy escribiendo otro independiente que será igual para ti, también lo es este capítulo.

Saludos a Nelson y a Emmanuel que se atrevieron o atreverán a leer. Gracias por hacerlo a ustedes, y a todos los que lo hacen. Recuerden que es la edición, así que si hay algún error o no les parece algo, díganlo que yo lo arreglaré o consideraré. 

Por cierto, ni caso le hagan a la imagen.

Nos leemos el jueves que viene.

4 comentarios:

  1. Otro buen cápitulo :D
    Se nota que se alargo jejeje
    Realmente no se que más decir, me encantó la edición. ya dijiste todo lo que se editó xD.
    Bueno, espero por el próximo :P

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  2. ¡Gracias! Pues lamento si es demasiado largo xD. Y sí, se me había olvidado comentar los pensamientos de Akari. Nadie se intenta suicidar y va a las horas a trabajar sin al menos pensar en su vida.

    Gracias nuevamente por las correcciones, te debo mucho. :*

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  3. dios mido cada ves se pone mejor me gusta como se va desarrollando la historia gracias x el saludo amiga mia ya quiero leer el otro capitulo vale q cortado quede jaja xd pero bueno es como el manga cada semana jajaja felicitaciones vale haces un buen trabajo :D

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  4. Bueno, Nelson, espero no decepcionarte en el futuro xD. Tendrás que esperar hasta el jueves, aunque ya está listo no hay beneficios por ser el representante. xD

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