Akari
lo miraba enojada desde la barra. ¿Qué rayos hacía él allí, tan
calmado, escribiendo en su cuaderno como si nada? Parecía que tenía
una idea equivocada de todo el asunto de las terapias y eso de verdad
le molestaba.
Patinó
hacia él y le puso el batido de fresa con rabia en la mesa.
-Creo
que estás malinterpretando las cosas, Kimura.
-¿Qué
dices? Este es un café público y sólo vine a tomar algo.
-Ah,
claro, y luego caminarás por donde yo camino porque ¡cómo no!, la
calle también es pública.
Yoh
sólo se limitó a sonreír mientras bebía.
-Tsk…
Akari
se marchó bajo la mirada del pelinegro, quien de pronto sintió que
alguien lo veía fijamente.
Volteó
disimuladamente para varios lados hasta toparse con el dueño de la
mirada penetrante.
Ren
no parpadeaba mientras sus ojos se encontraban con los de él. Yoh no
sabía qué estaba pensando, pero sentía que tenía que ver con la
desconfianza y las intenciones que podría tener al acompañar y
esperar a Akari.
Intimidado
volvió su vista a su cuaderno.
¿Qué
sería ese chico en la vida de la pelinegra? ¿Habría influido él
también en su decisión de matarse? Eso creía él, tanto por su
forma de mirarla cuando pasaba a su lado, como por la reacción de
ambos cuando se veían.
Él
no entendía de amores, nunca había experimentado un sentimiento así
hacia alguien ajeno a su familia. Sin embargo, por lo que había
leído en libros, cosas como el no ser correspondido, la infidelidad,
los celos y esas cosas afectaban mucho a las personas.
Era
posible que aquel chico fuese en algún momento su novio, o salieron
juntos por algún tiempo. Lo más probable era que la hubiese
engañado por alguien más bonita y hubiese terminado con ella con la
escusa cliché de “no eres tú, soy yo”.
En
una página aleatoria que tituló “Razones de Akari para
suicidarse” comenzó a escribir todo eso que pensaba con respecto a
Ren y acerca de su trabajo.
Anotó
solo sus suposiciones y encerró en un cuadro las que tenían que ver
con el acoso de su grupo. Estaba más que convencido de que todo lo
que le habían hecho jugaba un papel importante. El resto de sus
teorías no estaban para nada comprobadas, así que las dejó ahí,
con posibilidad de ser cambiadas.
Mientras
escribía, miraba de vez en cuando a Ren y a Akari; evaluaba sus
reacciones y anotaba. Tenía miedo de ser demasiado evidente así que
a veces veía hacia otra parte y remarcaba lo que ya había escrito.
En
una de las rápidas miradas hacia ellos dos vio que Akari sacaba unas
pastillas de su bolsillo y Ren le ofrecía, apenado, un vaso con
agua. Ella lo vio como enojada pero lo aceptó y se tomó la
pastilla.
Se
fijó más en el hecho de que Akari haya aceptado el vaso con agua,
pero no le tomó importancia a las pastillas, le habrá dolido algo y
Ren se dio cuenta, quién sabe.
Se
sentía muy a gusto en el café. Podía escribir sin que nadie le
molestase y la atención era buena descontando los malos tratos de
Akari. También mantenía su mente ocupada en analizar su alrededor,
más específicamente a su nueva propiedad. Esa chica había
encendido un interruptor en su mente que no sabía que existía y eso
le era muy interesante.
-Vamos,
piojo.
Akari
con un gesto rápido de su cabeza le indicó a Yoh que se levantara.
Ya eran las diez de la noche y el último turno había terminado. Se
levantó como comenzaba a ser costumbre y la siguió.
-Así
que estás comenzando a aceptarme en tu cuero cabelludo.
-Sólo
sé que los piojos son difíciles de sacar.
-Ah,
hace rato no pensabas lo mismo, casi me tiras el batido encima. Pero
puede que tengas razón. ¿Qué medicamento usarás contra mí,
entonces?
-No
tengo tiempo para eso.
-Uy
sí, lo siento, chica ocupada.
-Estás
perdonado.
-¡Ooh!
¡Gracias por su misericordia, su majestad!
-Payaso.
Yoh
sonrió. Le estaba comenzando a divertir su sequedad.
-¿Cómo
es que no te da miedo caminar por aquí tú sola todas las noches?
-No
me pasará nada, no soy rubia y mis pechos me dejan ver mis pies.
-Ah,
pero no eres fea, y a los pervertidos les gustan las malhumoradas.
-Qué
halago, has dicho que no soy fea. ¡Kimura ha dicho que soy violable,
kyaaa!
Akari
imitó a las chicas de su instituto de una forma que a Yoh se le
antojó demasiado chistosa.
-No
es para tanto, Yoh.
-Es
que…- se agarró el estómago mientras caminaba. -…qué chistoso.
-Son
bastante insoportables tus fans, pero supongo que a ti te agrada eso.
-Ah
no.- su semblante repentinamente cambió a uno muy serio. –Lo odio.
-Pero
les das cuerda.
-Yo
no les doy cuerda, ni esperanzas, ni nada.
-A
ellas les atrae eso, so tonto.
-Perdón,
no soy tan listo. Es que es demasiado complicado, si las aparto se
pegan más, si las trato bien se pegan más, si no hago nada se pegan
más.
-Son
como tú de pegajosas.
-Qué
chistosita tú.
-Qué
sarcástico tú.
Siguieron
caminando pero no se sentían tan incómodos. A Yoh le estaba
comenzando a gustar hablar con Akari y a ella parecía darle igual.
Era interesante hablar con alguien como él, así sea sólo para
llevarle la contraria.
Al
llegar se despidió de él sin emoción y él le contestó con una
inusual sonrisa, se dio la vuelta y caminó hacia su casa.
El
camino en soledad a aquellas horas también era algo nuevo que
disfrutaba. No escribía como en el café pero si pensaba mucho,
meditaba y se daba cuenta de cosas a las que nunca quiso prestar
atención.
La
mucama abrió la cortina y los rayos de luz atacaron directamente a
sus párpados. Odiaba despertarse por las mañanas, nunca tenía
ánimos de nada, pero en una ciudad tan fría como Sapporo el sol era
siempre bien recibido.
Yumi
Igarashi se levantó para ducharse y luego peinar de manera
prolongada su cabello. Vio desde su gran espejo que se le comenzaban
a notar las raíces de un cabello oscuro y no deseado. Tendría que
tintárselo nuevamente, si es que estar a la moda era muy difícil.
Subió
al auto de la familia luego de un desayuno exageradamente bajo en
grasas con su familia, y sin mirar al chofer comenzó a maquillarse.
-¿Trajiste
lo que te pedí?
-Sí,
señorita, pero… ¿está segura de que es para un experimento de
biología? Me parece que…
-Estoy
segura.
Yumi
miró fijamente y con los ojos entrecerrados hacia el retrovisor,
donde pudo notar como el chofer suspiraba resignado. Al llegar al
instituto, tomó la caja que se encontraba en el puesto de copiloto y
sonrió con malicia bajo la mirada acostumbrada de su acompañante.
Nunca
se había cuestionado si sus acciones estaban bien o mal, ella sólo
hacía lo que sentía que debía hacer.
Hasta
ahora nadie se había atrevido a pasar por encima de ella y se
encargaba de hacerles la vida miserable a aquellos que lo intentaban.
Por eso sin ningún remordimiento mandó a comprar aquellas ratas.
Desde
muy pequeña se le había acostumbrado a hacer lo que sus padres
querían. Tenía muchas hermanas las cuales debía superar, y siendo
la menor las expectativas eran muy bajas. Por eso ella hacía todo lo
posible para estar más arriba, para que sus padres se
enorgullecieran y la reconocieran como lo que era, una Igarashi.
La
única cosa que se había permitido querer por ella misma era él.
Yoh era lo único que ella podía desear sin importar si sus padres
estaban de acuerdo o no. Eso era motivo suficiente para hacer lo que
sea con tal de mantenerlo a su lado, pues desde que lo conoció supo
que él y ella harían una excelente pareja.
Pero
apareció la loca y se convirtió en el blanco de la mirada azul que
tanto deseaba. Ya su Yoh no miraba al vacío sin interés, ahora
miraba a la tonta sabelotodo suicida con aquella curiosidad con la
que nunca la vio a ella.
No
sería difícil, ya se había encargado anteriormente de hacerle
pagar a Akari por ser tan inteligente. Los profesores la comparaban
con el resto y la hacían parecer superior. ¡La única superior en
ese instituto era ella! Ella y por supuesto, Yoh.
El
pelinegro por su parte había estado meditando en lo inusual que le
parecía que las constantes bromas de sus compañeros de grupo hacia
Akari habían cesado. Sin embargo, basta que tan solo lo pensase para
que ocurriera, pues en efecto, a la hora del desayuno, cuando Akari
irresponsablemente dejó su maletín en el aula de clases y se retiró
quizás al baño, vio como Yumi metía unas ratas en su bolso.
Lo
dejó pasar. Era irónico como Yumi con lo delicada que era, no
mostraba asco al hacer cosas como esa. Esperó a que se marcharan
riendo y se acercó al pupitre de Akari.
Abrió
el bolso y esperó a que todos los roedores se marcharan. Estaba a
punto de volverlo a cerrar pero algo le dijo que debía revisar bien
por si todas se habían ido.
Efectivamente
lo habían hecho, pero le llamó la atención la gran cantidad de
cajas de pastilla que había adentro. Las sacó para asegurarse de
que no se suicidaría de nuevo y leyó las etiquetas.
-Aspirina…
Carvedilol… Propranolol… Nifedipina… ¿Qué es todo esto?
Escuchó
como se acercaban sus compañeros de clase así que lo guardó todo
torpemente y trató de marcharse antes de que alguien llegara.
-¿Qué
hacías en mi puesto?
La
voz de Akari le revolvió todo por dentro. Seguro que había pensado
mal y como era ella, sería difícil hacerle pensar lo contrario.
-E-estaba
sacando las ratas que habían en tu bolso. Te lo juro…
-Ah,
esas ratas… -frunció e ceño y miró hacia su bolso.-Vale, pero
permiso que me duele la cabeza.
-¿Me
crees?
-Da
igual.
Yoh
suspiró preocupado.
-¿Por
qué te duele tanto la cabeza?
-Son
efectos de… –miró hacia el suelo. -de la pubertad.
Yoh
la vio sin ocultar su expresión de incredulidad. Akari desvió la
mirada y apoyó su cabeza en sus brazos ya sentada en su puesto.
El
chico se tuvo que sentar pues el profesor de física había llegado,
y estuvo pensando en las pastillas y el dolor de cabeza de Akari
hasta que tuvieron que dirigirse al gimnasio para ver educación
física.
La
pelinegra se cambió y cerró su maletín con un pequeño candado. No
volvería a cometer el mismo error de confiarse. Pensó que las
burlas habían cesado, que les había dado lástima o quién sabe.
Pero al parecer todo seguía siendo igual.
Se
sentaron en círculo mientras el profesor pasaba la asistencia y sin
mucha espera los hizo trotar.
-Luego
haremos un calentamiento y hablaremos de la evaluación de la próxima
semana. Vamos, comiencen a caminar.
Obedecieron
y caminaron alrededor del gimnasio por unos minutos hasta que el
profesor sonó el silbato y la mayoría comenzó a trotar.
Yumi
seguía caminando y acariciándose el cabello. No iba a sudar luego
de haberse arreglado tanto, haría ejercicio en su casa y ya está.
Akari
le pasó muy de cerca y sus miradas se cruzaron con recelo. Ella no
tenía ningún problema con trotar; todo lo contrario. Le encantaba
correr, la sensación de cansancio y las palpitaciones le hacían
sentirse sana. Sin embargo, en esos momentos, le dolía sentirse tan
viva.
Faltaba
poco para que terminasen los diez minutos correspondientes, y Akari
parecía no estar cansada. Corría sin detenerse ni chistar,
alternando perfectamente su respiración para que no le entrara
ningún aire.
Yoh
la vio y envidió su tranquilidad. Él odiaba cansarse, le gustaba
caminar pero no correr.
De
repente Akari cayó violentamente al piso con un quejido que
sorprendió a Yoh, al profesor y a unos cuantos estudiantes.
-Aagh.
Akari
ahogó un grito mientras agarraba su pecho e intentaba respirar. Sin
embargo se extendía un insoportable dolor por todos sus hombros,
cuello y brazos. Cerró los ojos y comenzó a temblar.
Yoh
estaba justo al otro lado de la cancha y se desvió corriendo hacia
Akari. En su camino se tropezó con una de sus compañeras, pero no
tuvo ni mente ni tiempo de pedirle perdón y se agachó junto a la
pelinegra cuando llegó a su lado.
-¿Estás
bien?
-No
se acerquen mucho, necesita respirar.
Los
que estaban rodeándola le hicieron caso al profesor. Sin embargo,
algunos seguían trotando o caminando, como era el caso de Yumi, sin
voltear siquiera a ver a su compañera.
Yoh
no sabía qué hacer, veía como lágrimas salían de los ojos de
Akari pero no podía hacer nada. Miró a su alrededor y vio como el
profesor, que parecía acostumbrado, le soplaba aire con una carpeta.
La
chica con la que Yoh había tropezado llegó torpemente con el bolso
de Akari, quien le pasó la llave y la miró agradecida. Recibió la
pastilla que Kahoko, la chica tímida que a veces se agrupa con Akari
para hacer algún trabajo, le pasó de su bolso.
La
colocó debajo de su lengua con desesperación a intentó apaciguar
el dolor respirando profundamente.
Kahoko
Hirano, de cabello corto castaño claro y ojos negros tímidos,
respiraba también agitadamente. Se ponía nerviosa cada vez que eso
le pasaba a Akari, a pesar de que ocurría ocasionalmente.
-Será
mejor que vayas a descansar, sabes que no puedes soportarlo.
Akari
asintió ante la orden del profesor pasado unos minutos, pero no pudo
levantarse.
-Tú,
acompáñala.
Yoh
miró hacia atrás. Sí, lo había apuntado a él. Ayudó a Akari a
levantarse, quien estaba muy débil como para negar la ayuda.
Caminaron hacia la enfermería mientras Kahoko llevaba las
pertenencias de Akari.
Hisao
se levantó bruscamente de su silla cuando los vio entrar a la
enfermería.
-Tranquilo,
sólo necesito descansar.
El
doctor frunció el ceño con preocupación. Ayudó a Yoh a llevarla
hasta una camilla donde la acostaron. La chica tímida dejó las
cosas de Akari junto a ella y luego de una reverencia se dirigió
hacia la puerta.
-Gracias,
Kahoko-chan.
La
mencionada se sorprendió y volteó avergonzada hacia la pelinegra.
-N-no
es nada, Akari-san.
Luego
de un intercambio de sonrisas de ambas, Akari cerró los ojos.
-Mocoso,
¿puedes decirme cuánto duró el ataque?
-¿Qué?
¿Qué ataque? Eso fue…
-Cuatro
minutos aproximadamente, sensei.- respondió Akari.
-Gracias.
Por favor duerme todo lo que quieras, no quiero accidentes en la
calle.
La
chica asintió.
Yoh
se sentó mientras veía cómo Hisao anotaba cosas en una libreta.
Estaba muy confundido; las pastillas, el ataque y el que varias
personas supieran qué ocurría.
-¿Qué
le pasa? ¿Por qué sucedió eso?
Hisao
levantó la mirada y torció la boca.
-Akari
está enferma. Deberías irte, se quedará a dormir por bastante
tiempo.
-¿Enferma?
¿Qué tiene?
-Ve
a clases, por favor.
-Pero
necesito saber qué es lo que…
-¿Necesitas
saberlo? ¿Por qué necesitas saberlo? ¿Es acaso ella algo tuyo? ¿Te
ha dado su confianza o afecto? No tienes porqué saberlo, no tienes
porqué meterte con ella. No tienes porqué hacerle daño así que
por favor… Déjalo.
Yoh
se marchó perplejo. ¿Qué tenían todos contra él? ¿Parecía
tener malas intenciones con Akari? Porque todos le advertían de no
hacerle daño. ¡Como si quisiese hacerlo!
Le
dio un golpe a la pared más cercana que tenía. Todo eso le pasaba
por tomarse en serio la tarea de la psicóloga sobre la lista de
razones por las cuales Akari intentó suicidarse. Se estaba metiendo
demasiado con ella y claro, él nunca había mostrado interés. Si
hasta todo tenía lógica. Viene él, parte del grupo que le arruina
la vida, a seguirla y preguntar por su vida y claro, las personas
piensan mal.
Lo
comprendió todo, pero aún así sentía cada vez más curiosidad.
Entre
clases, se acercó a Kahoko sin disimularlo. Akari no estaba para
sospechar de nada y le daban igual el resto de sus compañeros.
-Hola,
Hirano, ¿qué tal?
-H-hola,
Kimura-san, ¿qué ocurre?
-Nada,
yo solo quería preguntarte si… si Akari está enferma. ¿Es eso
posible?
-K-kimura-san,
creo que no soy la responsable de decirte eso.
-Pero
sí lo está, ¿no?
Kahoko,
como cosa muy extraña, frunció el ceño.
-Con
todo respeto te pido que no la molestas, ¿v-vale?
Yoh
suspiró, ¿tenía cara de acosador? Se estaba cansando de verdad de
que malinterpretaran sus acciones. Tan solo quería saber algo, nada
más.
De
pronto, como esos pensamientos que no tienen nada que ver con lo que
estás haciendo, recordó haber visto a Ren darle agua a Akari para
que se tomara una pastilla. Quizás el sabía… No, quizás no,
estaba seguro.
-Lo
siento, Kahoko-chan, no lo volveré a hacer.
Le
sonrió y se sentó en su banco.
Al
salir de clases pasó por la enfermería, pero Akari ya se había
ido. Se fue a su casa a darse un baño caliente para salir hacia el
café Aozora.
El
sonido de una campana anunció su entrada y mientras buscaba un
asiento los empleados miraron a Akari, esperando que lo atendiera
ella.
Sin
embargo, ella solo le miró de reojo y se dirigió a otras mesas. No
tenía ganas de atenderle y seguramente le preguntaría acerca de lo
que ocurrió en las clases de educación física.
Ren
se acercó a él para tomar su orden y a Yoh le pareció que el
universo estaba a su favor.
-¿Qué
deseas hoy?
-Un
chocolate caliente y una respuesta.
-Ren
subió la mirada e intentó penetrar en la mente de Yoh.
-¿El
chocolate con o sin azúcar?
-Con
azúcar.
El
rubio anotó el pedido en su libreta sin dejar de mirarlo.
-¿Qué
tiene Akari?- preguntó sin rodeos.
-Dos
ojos y una nariz. En seguida viene tu otro pedido.
Yoh
suspiró mientras veía a Ren marcharse hacia la barra. Lo intentaría
de nuevo.
Cuando
el chico puso su chocolate en la mesa, Yoh lo miró decidido.
-¿Algo
más?
-Otra
respuesta.
-¿Qué
quieres?- Ren frunció el ceño y lo miró irritado.
-¿Cuál
es esa enfermedad que tiene Akari?
Ren
violentamente golpeó con su mano la mesa donde se había sentado
Yoh, haciendo que la taza temblara y causara un molesto ruido que
llamó la atención de todas las miradas, incluyendo la de Akari.
-Te
advertí que no la molestaras. Hablo en serio, deja de venir, deja de
seguirla luego del trabajo, no le hagas daño.
Ren
le suplicó con la mirada sin perder su gesto de molestia.
-¿Tengo
cara de querer herirla? Porque no quiero hacerlo, solo quiero saber
qué es lo que ha estado pasando frente a mis narices y yo he
ignorado. ¿Cuál es mi pecado?
-No
confío en tus intenciones. No me interesa lo que quieras arreglar en
tu vida, déjala a ella en paz.
-Tú
lo que no quieres es que yo le haga más daño del que tú le
hiciste, ¿o me equivoco?
-¿¡Qué
sabes tú!?
-Nada
en realidad, solo sé que ella te odia, más de lo que me puede odiar
a mí, pues no me conoce. Si tanto te preocupa que yo quiera arreglar
mis errores, comienza por arreglar los tuyos.
-¿Qué
te da derecho a…?
-Por
favor terminen la escenita que están montando. Todos están mirando
hacia acá y es incómodo.
La
repentina aparición de Akari en su pequeña discusión los
sorprendió a ambos. Dejaron de hablar y miraron hacia el suelo.
-Yo
responderé tu pregunta si tanto te preocupa. Si tienes planeado
seguirme hoy también, hablamos en ese momento así que por favor,
termina esto.
-Vale,
lo siento.
Akari
se marchó sin siquiera mirar a Ren, quien olvidó momentáneamente
a Yoh para ver cómo la pelinegra se marchaba. Cerró los ojos y
suspiró. Cada cosa que hacía lo alejaba más de ella. Veía cada
vez más distante la posibilidad de que acudiera a la cita pautada
para el sábado.
Tan
rápido como llegó la curiosidad de los clientes y del resto de los
empleados, olvidaron así todo lo sucedido y siguieron con sus
actividades. Yoh y Ren se miraban de vez en cuando con furia, pero
las ganas de Yoh de decirle algo al rubio se minimizaban al toparse
con la mirada de regaño de Akari.
Yoh
pasó el resto de las horas bastante impaciente. Esa condenada chica
había despertado toda su curiosidad que había estado dormida por
mucho tiempo, así de golpe, repentinamente. Tenía mucho tiempo sin
sentir esa inquietud desesperante que te recorre todo el cuerpo. Todo
eso nada más por saber de esa supuesta enfermedad.
Akari
por su parte estaba muy inquieta. Había dicho aquello para
finiquitar la discusión entre los dos chicos, pero no le apetecía
para nada contarle. Sentía que eso crearía un vínculo innecesario
entre ellos. Ese lazo que la psicóloga se empeñaba en crear.
Sin
embargo lo dicho estaba dicho y no creía que Kimura olvidase su
implícita promesa.
El
resto de las cosas que hicieron hasta que Akari terminó de trabajar
ocurrieron por inercia. Servir mesas, tomar órdenes, mirar a las
personas, todo automático.
Hasta
que el momento llegó y Yoh y Akari se encontraron ya caminando en
dirección a la casa de la chica.
Él
la miraba de reojo mientras se mordía la uña de su dedo corazón
derecho y ella torcía la boca pensando en cómo decirlo.
-¿Por
qué te interesa?
-¿Me
vas a decir o no?
-Sí,
pero respóndeme primero.
-No
lo sé, es que… Al principio fue por la tarea de Azumi-sensei, pero
ahora es distinto, es más que eso... Es como una curiosidad que me
supera.
-¿Pero
qué ganas?
-Nada,
Akari, nada.
Ella
suspiró.
-Angina
de Pecho…
Esperó
que eso fuera suficiente, pero la cara de desconcierto de Yoh le
demostró lo contrario.
-Me
duele el pecho de vez en cuando y sufro de un ataque así como el que
viste hoy. Eso pasa porque no circula suficiente sangre a mi corazón.
Es muy difícil explicarlo sin utilizar palabras técnicas, así que
escucha bien porque te lo pondré lo más claro que pueda. Mis
arterias coronarias se obstruyen, se forman placas en ellas, se
endurecen y mis arterias se contraen. Por lo tanto mi corazón no
recibe lo necesario en el tiempo necesario y comienza a doler. Me
puede dar cuando hago ejercicio, cuando tengo emociones fuertes,
cuando hace frío o simplemente cuando no hago nada. Es el tipo de
angina inestable donde no se sabe cuándo pueda sufrir un ataque.
Puede causarme un paro cardíaco si no me cuido, así que tengo que
tomar muchos medicamentos, muy costosos y de todo tipo. Sin embargo
esas medicinas tienen efectos secundarios como náuseas o dolor de
cabeza, por eso siempre me ves así. Unas pastillas en específico
puede hacer que me desmaye y, aunque no es un síntoma común, en mi
caso me provoca un sueño casi incontrolable.
-Vaya…
Yoh
no sabía que decir. Tal y como había pensado, tenía otro motivo
más qué agregar a su lista. Las preguntas al respecto se apilaron
torpemente en su cabeza y no pudo ordenarlas.
-¿Trabajas
para comprar las medicinas?
-Trabajo
para comprar las medicinas, y la comida, y lo que me pidan en el
instituto.
-¿Y
tus padres?
-Ya
contesté tu pregunta, no creo haber acordado contestar otras.
-Vale,
vale.
-Bueno,
¿ya estás satisfecho?
-Satisfecho
como feliz, no. Ahora me siento incómodo, es como…
-¿Es
como lástima?
-Es
como preocupación.
-Es
mejor a veces vivir ignorando.
-Viví
dieciocho años ignorando, Akari, ya no quiero ignorar más.
-Tienes
que estar dispuesto a aceptar las consecuencias. Buenas noches.
Entre
tanto hablar habían llegado y Yoh se quedó ahí parado luego de que
Akari cerró la puerta. ¿Qué había significado eso? ¿Qué ella le
dejaría saber? ¿O solo era su imaginación?
En
realidad esperaba que no lo fuese, porque sinceramente y por primera
vez en mucho tiempo, quería saber cada vez más.
_______________________________
Gracias por leer.
Diferencia de palabras entre este y el original: 2400. Bastante, ¿eh? comparado con mis cortos y vacíos capítulos anteriores.
Se ha hablado mucho se cómo se siente Yoh y lo que piensa, pronto le tocará a Akari y el capítulo 6 será el último donde la secuencia del original se sigue. Habrán cosas nuevas, escenas nuevas y capítulos nuevos.
Parece que Akari está rompiendo un poco su caparazón, pero solo lo parece. Después de todo lo que le ha pasado no puede doblegarse así de fácil y no se preocupen, no lo hará.
Gracias a todos por apoyarme en la situación en la que me encuentro. El próximo capítulo muy pronto, gracias por la paciencia.
Me encantó este cap, muy emocionante. Sentí que cambio tu forma de escribir, lo digo de una forma buena xD bueno a esperar el siguiente, vuelvo a decirlo me encanta la historia ;*
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